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tres ocasiones sucesivas, no dieron resultado alguno. El trata miento con Bíthionol fue eficaz, aunque en una primera etapa el paciente realizó un cuadro alérgico intenso, con asma bronquial agudo, que pudo superarse satisfactoriamente. Para el año 77 habíamos recibido en el hospital 11 pacientes con Paragonimiasis; a los siete primeros los tratamos con dosis de Bithionol proporcionados por el Dr. Montalván. Por aquel entonces ya me había puesto en comunicación con las religiosas Mercedarias Misioneras de Bérriz, que tenían casas en el Japón y habíamos conseguido una pequeña provisión de este producto, que nos permitió independizamos a la hora de tratar a nuestros propios pacienfes. El deber de informar Me parecía una experiencia interesante y en la literatura médica del Ecuador no se habían comunicado casos de Paragoni mjasjs oriundos del Oriente amazónico. Nuestra casuística era, ciertamente, escasa, pero estaba repartida a lo largo del río Napo; merecía hacerla conocer. Envié mi primer trabajo a la Revista Ecuatoriana de Higiene ‘ Medicina Tropical, de Guaya quil y este pequeño informe apareció en el número de julio- diciembre del 77, con el título Paragonintiasis en las márgenes del río Napo. Un texto prácticamente idéntico se publicó en Quito, en la Revista Ecuatoriana de Medicina, vol. XIV, n 5, del año 197$. Iii vestigando e iztre los Cayapas del río Canandé, Esmeraldas En octubre de 1977 recibí una atenta carta de Mons. Enrique Bartolucci, Vicario Apostólico de Esmeraldas. Me hablaba de una conversación que había tenido en Iquitos con el padre Juan 19

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