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Moniliformis monittfonnis En diciembre del 92 me encontraba estudiando ratas de monte, intentando comprobar si aparecían en las heces larvas del primer estadio L1 de Angiostrongytus. En las muestras que examiné aparecieron unos huevos desconocidos para mí. Tenían ganchos en su interior y la cubierta estaba formada por tres capas. Eran grandes, de más de 100 mícras de longitud. Los garfios ocupaban uno de los extremos del interior del huevo. Aunque me recordaban huevos de tenias, realmente eran muy diferentes. Comprobé que algunos de ellos estaban en fase de eclosión. Uno de los polos se había desestructurado, como si se hubiera abierto por un opérculo especial, pero en realidad había perdido consistencia, se había abombado y a través del orificio salía una larva con formaciones espinosas a lo largo del cuerpo. Cuando examiné el contenido del intestino, una vez que sacrifiqué la rata, encontré unos gusanos blancos, pseudoanilla dos, con una extremidad anterior muy peculiar. Tenía una probóscide, con filas de ganchos y ésta se encontraba como incluida en una vaina. Los libros que consulté me llevaron a un grupo de parásitos que se incluyen en el grupo biológico de los Acantocefatos, considerado como filum independiente de los Nematelmintos, y cercano a los Cestodes. Carecen de tubo digestivo, poseen embriones espinosos, sus larvas requieren huéspedes intennedia ños, sus sexos están separados. La primera larva que sale del huevo, llamada ‘acantor’ por sus espinas, atraviesa el intestino del artrópodo, sirviéndose de sus ganchos rostelares, y penetra en la cavidad general, donde permanece hasta que el mamífero, que se come a este artrópodo, permite que en su intestino el acantocéfalo llegue a su edad adulta. Las características morfológicas del huevo y del adulto, con su cuerpo blanco, alargado, pseudosegmentado, de cutícula 148

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