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huangana, pécari americano, Tayassu pecan, que presentaba lesiones múltiples en su parénquima. Se trataba de cavidades esféricas u ovoideas, recubiertas por una fina membrana y en cuyo interior se veían unos pequeños animalitos, de dos o tres milímetros de longitud, alanceolados, planos y llenos de anillos en su cuerpo. Eran verdaderamente unos ejemplares muy espe ciales. Al microscopio presentaban unos ganchos en la parte anterior, alrededor de una especie de boca. Nunca había visto esiE’os parásitos y en mi ignorancia su segmentación me hizo pensar en helmintos planos. Como siempre, pensé consultar con el Dr. Antonio D’Alessandro y recogí algunos ejemplares en formol al 10 %, para enviarle a la Universidad de Tulane, en los EE.UU . Días después, revisando mi pequeña biblioteca, en la antigua obra de Manson, me encontré con una litografía del parásito y me llevé una enorme sorpresa. Estaba a mil millas de distancia del lugar taxonómico del pequeño parásito. En realidad se trataba de un arácnído degenerado, artrópodo hematófago, con cuerpo pseudosegmentado y dos pares de apéndices, terminados en ganchos, peribucales, sin, tubo digesti vo, que parasita, en su fase adulta, las cavidades nasales de algunos cánidos salvajes y, a veces, de herbívotos. En raras ocasiones parashan las cavidades nasales del hombre. A través de las mismas salen los huevos de estos adultos, que dan origen a una larva, ya en el interior del intestino del animal que comió estos huevos. Estas emigran a diferentes órganos, como ganglios mesentéricos o hígado, y allí se transforman en ninfas y se cubren de una cápsula. Los ejemplares que yo había examinado pertenecían a esta fase de ninfa, produciendo lesiones hepáticas. La literatura médica ofrece datos sobre parasitación de la Linguatula serrata, en su fase adulta o en la de ninfa, de cavidades respiratorias de perros y otros mamíferos y se han encontrado parashosis humanas por este linguatúlido en varios países. 145

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