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El estudio del parásito y de sus huéspedes definitivo e intermediario exigió mucha imaginación y constancia. Se inició en el año 67 y ya para el 71 se había completado en sus fases fundamentales. Estudiando las primeras babosas Hacia el año 84, después de que el Dr. Ramón Lazo junto al Dr. Morera comprobaban la existencia de larvas de Angios trongytus en babosas procedentes de Santa Lucía, en la provincia de Guayas, yo me presenté en Guayaquil con unos pocos ejemplares de babosas recogidas en el jardín de nuestro hospital. Quería saber si estaban infectadas. Al poco tiempo recibía la respuesta negativa a mis inquietudes. Leía todo lo escrito sobre el tema y me pareció que la línea de investigación de este parásito era suficientemente simple y clara. Necesitaba muy pocos elementos de laboratorio para estudiar ratas y babosas, si excluía la pepsina para realizar el proceso de digestión de tejidos de babosa y obtener, en el sedimento, las larvas que se encontraran en su interior. En los años siguientes este tema lo dejé de lado y solamente en el curso del año 92 realicé algunas investigaciones, tanto en babosas como en ratas de monte. Recogí algunos datos y fotografié larvas en contenido intestinal de ratas y el tracto intestinal aparentemente anormal que descubrí en disecciones realizadas sobre ratas que creí parasitadas; pero todos los resultados eran tan inciertos que dejé una vez más el estudio de esta parasitosis. Una visita largamente esperada En mayo del 93 tuvo lugar en Guayaquil el IV Congreso Latinoamericano de Medicina Tropical, al que asistió una vz 135

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