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vasodilatadores periféricos, de acuerdo al cuadro clínico. 6. Seguimiento cercano del paciente y tratamiento de los cuadros clínicos que pudieran surgir. Discutimos los criterios para la aplicación del suero antiofídico, teniendo en cuenta el tiempo transcurrido entre la mordedura y la llegada al hospital. Mantuvimos un criterio de elasticidad en este punto, de forma que aceptábamos aplicaciones de sueroterapia antiofídica dentro de las 42 horas, según una serie’ de elementos del cuadro clínico. La búsqueda de sueros antiofídicos A finales del 80 nuestro reserva de sueros antiofídicos estaba a punto de desaparecer. Era poco menos que imposible conseguirlos en el Ecuador. El Ministerio de Salud Pública carecía de ellos, no se conseguían en el mercado nacional y el Instituto Nacional de Higiene, de Guayaquil, aún no había establecido el departamento correspondiente para la obtención nacional de los mismos, como ocurriría posteriormente. En noviembre del 80 pudimos establecer contacto con la embajada del Brasil, en Quito y con la Sra. Eugenia de Sáenz, secretaria, quien deseaba colaborar con nuestros trabajos en el Oriente. A ella expuse nuestras necesidades y solicité sueros antiofídicos del Instituto Butantán. Aunque esta gestión no fue tan eficaz como hubiéramos deseado, pudimos recibir, en septiembre del 81, 50 dosis. En septiembre del 83 tuvo lugar el VI Congreso Latino americano de Parasitología en Sáo Paulo y yo formé parte del pequeño grupo de profesionales ecuatorianos que particípó en él, con dos temas que me eran muy gratos: uno sobre Leishmaniasis y otro sobre Paragonimiasis. Con todo, desde varios meses antes del Congreso, yo estaba especialmente interesado por la forma 111

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