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hospital. Los exámenes ipostmban lesiones bronconeumónicas en ambas bases pulmonares. Las baciloscopias repefidas dieron resultados negativos; por el contrario, el esputo en fresco mostraba abundantes formas de levaduras con doble pared y algunas multibrotadas. Esta imagen era aún más clara en la coloración Giemsa que realizamos a continuación. Entonces quisimos comprobar la naturaleza de la lesión cutánea del pie. También ésta era micótica, con idénticas imágenes de Paracocci di’oides brasitiensis. El tratamiento con una antíbioterapia amplia y ketoconazol mejoré el cuadro clínico pulmonar, mientras que se establecía en pocas semanas una curación total de la lesión cutánea del pie. El paciente fue dado de alta con tratamiento especifico ambulatorio. Desde entonces le hemos visto en tres ocasiones, la última en enero del 92: su problema pulmonar no ha desaparecido del todo, aunque existe una mejoría clínica. La lesión en pie ha quedado reducida a una cicatriz mínima, que recuerda el problema que anteriormente había tenido. Unos esputos característicos Con el tiempo, la repetición de tantos exámenes en el laboratorio permite identificar características morfológicas en las •muestras que nos llegan. Esto se aprecia al analizar las muestras de heces y de esputos. Unas heces pastosas, de color marrón oscuro, mal olientes, de una consistencia como ligero puré de lentejas, nos sugiere de entrada una infección de giardias y, efectivamente, no nos equivocamos con frecuencia. Unas heces sanguinolentas y con mucho moco es ahora la imagen típica de un cuadro amebiano. En el campo de las muestras de esputo ocurre algo similar. El esputo achocolatado, tipo café o sanguinolento, nos lleva a un dignóstico de Paragonimiasis si, sobre todo, el paciente mantiene 105

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