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de alta con tratamiento idéntico por un período de un mes, con la indicación de regresar. La paciente regresó en dos ocasiones; su cuadro había mejorado clínicamente, aunque existía expecto ración similar a la de su ingreso. Fue una paciente muy difícil de tratar por su propia idiosincrasia y, al final, la perdimos. El año 85 llegó al hospital un varón de 62 años, BUP, procedente del río Payamino, con una lesión en mucosa gingival inferior, sumamente sugestiva de micosis por Paracoccidioides brasitiensis. El raspado de la lesión y las imágenes microscópí cas tanto en fresco como en la coloración Giemsa, eran específi cas de esta micosis. El paciente cicatrizó su lesión en 24 días con un tratamiento de ketoconazol. Mantuvo su hospitalización por 29 días y regresó a su comunidad con una terapia de mantenimiento de dos meses. En el año 86 una nueva lesión mucocutánea, que afectaba a labio inferior y mucosa gingival, llegó desde la Carretera de los Aucas, cerca de Coca, perteneciente a un colono de 45 años, AHC. El laboratorio mostraba las formas multibrotadas del hongo y, tras un tratamiento con trimetropin y ketoconazol, fue dado de alta, curado, en 22 días, con un tratamiento específico de mantenimiento. En el 87 tuvimos otro caso pulmonar, de una mujer joven, JGM, de cerca de Nuevo Rocafuerte, que mejoró con el combi nado de trimetropin y ketoconazol. En el 89 nos enfrentamos a un caso más complejo. En agosto del 88 había sido hospitalizado un varón de 53 años con una lesión cutánea en el dedo 5 del pie izquierdo, con imagen sugestiva de leishmaniasis cutánea y que las Hermanas que estaban en aquel entonces en el hospital trataron de acuerdo a las pautas establecidas entre nosotros para esta patología. Después de un tiempo razonable, sin que el cuadro clínico regresara, el paciente volvió a su casa. En aquel momento no existían síntomas de ningún otro padecimiento. En marzo del 89, con un cuadro respiratorio muy importante, el paciente regresó al 104

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