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ALEJANDRo I)E VILLALMONTE evento debido a emergencias históricas desfavorables y que, por principio, podrían superarse. La hondura de esta situación pecadora la intensifica Pablo haciendo un aprovechamiento argumentativo del teotogümeno de Adán, corriente en su época. Adán, para muchos de su contemporáneos, podría pasar como el padre biológico, his tórico de la entera humanidad. Otros podrían pensar en una pater nidad y primacía simbólico/mítica, como la que disfruta el Hombre Originario de tantas culturas antiguas. Pablo no tiene interés en dilu cidar el asunto. El recurso a Adán tiende, en la argumentación de Pablo y por lo que a su autoría sobre el pecado se refiere, a desve lar la radicalidad de la situación pecadora de la humanidad. Por que, en lenguaje del mito, del símbolo, lo que está-ya presente y operante en los primeros, originarios principios del hombre, es señal clara de que pertenece a su naturaleza, es como algo fundacional y estructural que diríamos hoy: la humanidad es pecadora de raza. La categoría del tiempo primordial es empleada como categoría de cali dad. Rrn 5, 12-2 1 refuerza la tesis paulina de que la humanidad se encuentra en impotencia para salvarse, porque es pecadora desde su entrada en la historia: ya «hi illo tempore», como dicen los mitos y como vimos al mencionar la narración de Gn 2-3. Todavía logra Pablo dar mayor intensidad y dramatismo a esta impotencia soteriológica del hombre cuando nos lo presenta inte riormente desgarrado en la profundidad de su espíritu, en todo su ser. Dividido entre la ley/fuerza del pecado (El Pecado, perso nalizado) y la ley/fuerza del Espíritu de Dios, Rm 7, 12-23. Es sabi do que muchos exégetas y teólogos han visto en este capítulo una revelación muy enérgica del clásico PO, al menos en la dimen sión experimental/vivencial del mismo. El apoyo paulino a la teo ría del PO se repartiría entre Rm 5, 12-21 y Rm 7. En el primero de los textos encontraría apoyo el PO originante (el de Adán). Rm 7 haría alusión al PO originado, esa dura necesidad de pecar (Agustín) a la que el hombre está sujeto, según se experimenta cada día, por efecto del pecado adánico, Se confirman, pues, las características de universalidad, radicalidad (insuperabilidad) de la situación pecadora de la humanidad, previstas ya en el AT. Ahora con más urgencia, a fin de que quede más patente la nece sidad y sobreabundancia de la salvación obrada por I)ios en Cris— to. Pero también respecto al NT se requieren algunas matizacio nes, de cara al diesarrollo (le la teoría diel Po durante siglos.

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