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CRISTIANISMO SIN PECADO ORIGINAL 325 En consecuencia, hay que contar con este hecho de índole ge neral: toda captación y expresión humana de la verdad está sujeta a condicionamientos históricos, epocales ineludibles. Sujeta a la corre latividad, circunstancialidad, índole evolutiva y procesual inherente al ser humano y a todas sus actividades. Por eso, puede ocurrir que una doctrina/teoría que fue positiva y ostensiblemente beneficiosa e impulsora del progreso —o bien dique contra el error—, transcul turada a otra circunstancia vital e histórica, espiritual y cuhuralmen te distinta y distante, se torna innecesaria y hasta positivamente inaceptable. En páginas anteriores hemos calificado a la doctrina del PO de un ‘teologúmeno’ que, de suyo = ex natura rei, no debe ría aspirar aspirar a certeza de más alto nivel. Una conclusión teoló gica deducida de, y una ‘teoría’ articulada para esclarecer verdades de fe de más alto rango y valiosidad. En este plano podríamos afir mar, en lenguaje coloquial, que ésta, como toda teoría científica teológica, lleva inherente su «fecha de caducidad». Que puede pro longarse por siglos, pero que, llegado su momento, no conviene prorrogar de forma innecesaria y forzada y, por es6, peligrosa. En el capítulo siguiente haremos alguna ulterior observación sobre el proceso de caducidad a que está sometida actualmente la vieja doctrina del PO.

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