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CRISTIANISMO SIN PECADO ORIGINAL 317 tivo e incomparable del Padre para con los hombres. Él le ha movi do a entregar al Hijo para redimir al esclavo. Palabras que suponen una dirección intensamente antropocéntrica en la caridad del Padre. Pero no debe olvidar el lector que el acontecimiento global de la sal vación del hombre tiene una vertiente/dimensión teocéntrica primor dial que es la que la confiera su valiosidad salvadora definitiva. Es el pensamiento de Pablo en Ef 1, 1-14; la decisión de salvar a los hom bres y llevarlos a la vida eterna la toma el Padre para alabanza de su gloria. El hombre es para Cristo, como Cristo es para Dios Padre. Por otra parte, el acontecimiento de la redención que en el hom bre tiene lugar, el poeta del »Exultet» lo proclama desde la vertiente hamartiológica del mismo, es decir, en cuanto es liberación del peca do de Adán y de todas sus hijuelas. Pero el poeta se olvida, en el caso, de que lo primordial, lo más alegre y digno de alabanza, el júbi lo pascual (agatiasis. es el sentir la elevación de nuestra naturaleza a la participación de la inmortalidad de Cristo, sentirnos re-creados, con-resucitados en Él. Esta experiencia es la que produce lo más exquisito y hondo de la alegría de la Vigilia pascual. La de Cristo y la de los resucitados con Cristo. Ya hemos comentado aquella visión hamartiológica de la salvación, tanto desde el punto de vista de Cris to que la opera, como del hombre que la recibe. Y la hemos encon trado ‘superficial’ y ‘diminutiva’, a nivel de la reflexión teológica. Pero también cuando se quiera llegar a una vivencia religiosa más profunda de la resurrección del Señor y de la nuestra en Él. B) LA MÍSTICA DEL PECADO ORIGINAL La sobria ebriedad del Espíritu que impulsaba al poeta del »Exul tet», parece no fue mantenida, al menos en su expresión verbal, por estas palabras de Lutero: «hay que ptanta reafirmar y engrandecer el pecado. Para que la justificación quede engrandecida hay que mag nificar, todo lo posible, el pecado. Hay que glorificar y engrandecer el pecado» 196 Esta idea del Reformador, mantenida en la teología 196 Texto y contexto en G. F1EuND, Si?nde im Erbe. E?fahrungsinhatt und Sinn der Erbsündentehre Stuttgart, Kohlhammer, 1979, 204-205. Allí se rEce que para los reformados no tiene importancia el distinguir PO del ‘pecado’ en general. Y recoge una peligrosa objeción de F. Nietzsche: «El cristianismo tiene necesidad de la enferme-
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