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312 ALEJANDRO DE VILLALMONTE innegables de esta figura de pecado colectivo y de la correlativa res ponsabilidad corporativa, resultante de la participación «misteriosa» de todos en el crimen primordial de la humanidad consistente, según los teólogos cristianos, en que, al rebelarse Adán contra Dios, todos en él se rebelaron, O en el asesinato del padre por la horda primitiva, según los psicoanalistas. Como una anécdota y un caso que nos remite al sistema, men cionamos una intervención del f. K5nig entonces teólogo y luego cardenal y, en ambos momentos, hombre de insigne saber El nazismo hitleriano del siglo xx intentaba justificar doctrinal- mente el total exterminio de judíos apelando al hecho de que se tra taba de castigar a una raza, a un grupo humano colectivamente cri minal, Obviamente, incluso en el violento el siglo xx, esto sonaba a monstruosidad moral/jurídica. Pero la propaganda nazi recurría para justificarse a la doctrina del PO mantenida por la Iglesia cristiana con notable tenacidad y con altísima valoración dogmática. Elemento inseparable de esta doctrina era el recurso al concepto de «pecado colectivo», a la responsabilidad penal de toda la comunidad huma na ante Dios y ante sí misma. Los teólogos cristianos podrían decir que Dios sí que puede calificar de raza pecadora, y castigarla como criminal a la entera comunidad humana. Así lo hizo san Agustín. Pero ya se ve que tal recurso argumentativo no podía valer para los incre yentes nazis. Ellos, desde su perspectiva humanista radical, acusaban a la Cristiandad de calificar y tratar (al menos a nivel moral/espiri tual) a la humanidad entera de raza pecadora, colectivamente culpa ble por efecto del PO. Por eso, ellos se consideraban autorizados o, al menos, no criticables si trataban al pueblo judío corno raza crimi nal. Los defensores del PO como pecado universal de la raza huma na podían encontrarse en dificultades para responder a la argumen tación nazi, tan ruda y primitiva, por otra parte. F. Kónig niega que la teoría del PO exija aceptar la existencia de un «pecado colectivo»; ni debe hablarse de una culpa/responsa bilidad colectiva. Si bien reconoce que el discurso teológico sobre el pecado de todos en Adán, el pecado de naturaleza que hemos 193 f. K0NIG, Die Kotectivscbutd und Erbschutd, en ZKTh 72 (1950) 40-63. Sobre este tema hemos reflexionado con mayor documentación en El pecado origi nal. Veinticinco años de controversia, 111-127, cít. en nota 1.

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