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CRISTIANISMO SIN PECADO ORIGINAL 309 la creencia en el PO no es la única que crea fijaciones obsesivas y morbosas. Pensemos en otras limítrofes y amigas: el diablo y la idea de la condenación eterna, de juicio implacable de Dios. Decimos que la idea del PO encierra en sí fuerza para dar origen y mantener este sentimiento de culpabilidad obsesivo y neurótico. En efecto, las incontables «miserias» que el hombre sufre son presentadas, en la teoría del PO, como castigo de un pecado Origi nario, primordial, del «viejo pecado», un pecado ‘antecedente’ a la decisión personal del individuo a quien se califica (descalifica) como pecador. Como si la existencia humana fuese una colonia de casti go, un destierro en un valle de lágrimas. Como el hombre normal no tiene conciencia lúcida de aquel ancestral, pre-existente pecado, surge inevitable en ella pregunta que hace el poeta: «Apurar, cielos, pretendo; /ya que me tratáis así /... qué delito cometí / contra vosotros naciendo» (Calderón). Como no hay «conciencia» de pecado personal, surge el sentimiento morboso de culpabilidad por algún secreto, pero indudable ‘pecado connatu ral’. Donoso «pecado» que le sobreviene al hombre sin quererlo y se le marcha sin aborrecerlo. Nadie debe, sana mente, arrepentirse del PO, lo cual muestra lo desacertado que resulta calificar de «peca do» a la situación teologal del naciente ser humano. Un ‘pecado’ del cual ni puede, ni debe arrepentirse 19o Para los estudiosos católicos resulta un tópico el decir que Lute ro fue un hombre acosado hasta el paroxismo por el sentimiento de culpabilidad. Y que tal sentimiento se nutre de su creencia en el PO como corrupción total, existencial de la natura humana. Corrupción que se constituye en »peccatum permanens»: situación existencial de activo pecar y permanente angustia. Dentro del catolicismo un poco marginal encontramos el tenaz sentimiento de pecaminosidad man tenido por el jansenismo en todas las esferas de la vida y por la ‘reli gión triste de Pascal’. La gran masa de los católicos normales/ordi narios, no experimentan con intensidad tal culpabilidad radical, 190 Cómo anécdota hilarante, yo mismo y otros podemos recordar haber oído que algún cristiano, niño o adulto, terminaba su minuciosa, sentida acusación de sus pecados.. y también me acuso del pecado original. San Jerónimo recomendaba el ayuno penitencial a los niños, por motivo del PO. Lo refiere san Agustín sin desa probarlo,
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