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CRISTIANISMO SIN PECADO ORIGINAL 265 El intento de reconducir a buen sendero los excesos de los «racionalistas» podría justificarse desde diversos puntos de vista. No vamos a entrar en este complejo problema. Lo dejamos en su propio peso Lo que ahora subrayamos y, en su caso, sometemos a critica, es el hecho de que se traiga a la teoria del PO y de la corrupcion por él ocasionada en cada hoñibre y en toda la historia humana, para quebrantar las orgullosas pretensiones de los hombrés de la Ilustra ción, de los inextinguibles,empedemidos «racionalistas». Tal vez sea José de Maistre el más acreditado representante de esta mentalidad tradicionalista-conservadora y, al propio tiempo, de haber buscado en la doctrina del PO una cobertura teologica para su teona Segun este ideologo del conservadurismo catohco decimonónico, la teología/filosofía de la historia por él cultivada gira en torno a la caída originaria y la presencia de sus efectos, cali ficando toda la historia posterior. Sigue fiel a Pascal y, más lejana mente, a san Agustín. Sólo trabajando con la hipótesis del PO se obtiene la clave hermenéutica para leer a fondo la secuencia de la historia real de la humanidad. La caída original viene incrementada por esa catarata de pecados personales que manan de la primera fuente y que se acumulan de generación en generación: «El hom bre no sería malvado, si no fuese malo; no sería malo, si no estu viese degradado, no estaría degradado si no fuese por un castigo, ni sería castigado, si no fuese culpable» 155• 155 «No pudiendo ser la degradación sino una pena, y suponiendo la pena un crimen, la razón por sí sola se encuentra conducida, como por fuerza, al pecado original»; y como la corrupción humana no cesa, «jamás ha podido reconocer y deplorar el hombre ese triste estado, sin confesar, por ello mismo, el triste dogma de que os hablo, porque no se puede ser malvado sin ser perverso, ni ser perverso sin ser degradado, degradado sin ser castigado, ni castigado sin ser culpable», Vela das de San Petersburgo, Mádrid, 1909, pp. 68-69. Ver 60-67. J. DE MMsrsz hace suyo el ancestral mito de la pena: toda falta debe recibir su castigo y todo sufrimiento humano supone un pecado en el que sufre, personal o de sus antepasados. Le pare ce mal a este filósofo el que el profeta Ezequiel haya dicho que nadie sufre si no es por sus pecados personales. También le parece desacertada la frase de Jesús que se recoge en Lc 13, 1-3: en ella, siguiendo a Ezequiel, se rompe con el mito de la pena y de la vieja ley del talión, sagrada para los antiguos, yno suficientemente superada por algunos modernos. Esta exaltación de la ‘autoridad’ sobre la razón’, llevada a cabo por el tradicio nalismo y conservadurismo católico de primeros del siglo xix quería ser —y en muchos casos logró serlo— una buscada preparación psicológica y sociológica para

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