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242 ALEJANDRO DE VILLALMONTE la transmisión de la vida. Lo cual ofrecía para las mujeres esta ven taja inesperada y de agradecer; que les compensaba por la inferiori dad e influjo siniestro que universalmente se les atribuía. En los mencionados textos de la tradición teológica, y eclesial en general, se percibe que ellos utilizaban las ideas que la filosofía pagana les ofrecía sobre la mujer y su proclamada inferioridad. Mentalidad que podría verse ejemplarizada en la famosa frase de Aristóteles, asumi da por los teólogos medievales: la mujer es un varón frustrado = vir occasionatus. Hay que reconocer que, desde su teología, deberían haber sido un poco más críticos con esta ideología pagana. Pero más que errores/equivocaciones, debemos calificarlos de limitacio nes epocales a las que todo ser humano es deudor. A esta misma limitación epocal se debe la exégesis historicista y ontológica que hacía de Gn 2-3. Ella les llevaba a la teología de Adán y la conco mitante desvaloración de la mujer que arrastraba consigo. finalmente, mencionemos, siquiera sea de paso, que tales ense ñanzas de los teólogos venían acompañadas de aplicaciones prácti cas desagradables. Por ejemplo, dado que la inferioridad de la mujer respecto del varón y los sufrimientos propios de sus funciones feme ninas son, en la actual historia de salvación, un castigo divino por el PO resultaba connatural concluir que, al estar sacralizados por la intervención divina, no era lícito tratar de evadir estos castigos. Todo intento de evitar el dolor y la inferioridad femenina podía ser interpretado como una secreta, o no tan secreta rebeldía contra los planes de la Providencia 138• 138 Cuando en 1853 se aplicaba por primera cloroformo para mitigar los dolo res de parto a la reina, los teólogos anglicanos protestaron, alegando que esto era ir contra Gn 3, 16, que castiga a la mujer a parir con dolor. Los varones sí pódrían recibir anestésicos, pues Dios mismo habría anestesiado a Adán para sacarle la cos tilla de la que formó a Eva, B. RussELL, Religión y Ciencia, México, Fondo de Cultura Económica, 1973, p. 74. Noticia de U. Ru’JKE-HEINFivIAI’4N, Eunucos por el reino de tos cietos Madrid, ed. Trotta 1994, p. 269. El papa León XII aseguraba: Quien procede a esta vacuna deja de ser hijo de Dios La viruela es un juicio de Dios la vacuna es un desafío dirigido al cielo. Cita de E. VII.Ar’iovA, Historia de la teología cristiana, Barcelona, Herder 1992, III, p. 517. Y si esto se decía en las esferas de los más cul tos, podemos imaginar qué pensarían las grandes masas cristianas.
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