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180 ALEJANDRO DE VILLALMONTE confiere, el ser imagen de Dios por su libertad, resulta incompatible con la afirmacion de que se le llame pecador antes del ejercicio de su libertad personal La vision intensamente humanista del hombre, valga el pleonasmo, es uno de los ejes que vertebran nuestra cultura occi dental cristiana El giro antropocentnco de la teologia y de la vida entera de la Iglesia es un hecho aceptado y promovido por todos Este impulso humanista por proclamar la excelencia, dignidad y auto nomia de la libertad del hombre han contribuido a la repulsa genera lizada de la teona del PO, acusada de atentar contra la libertad y res ponsabilidad del hombre tanto para el bien como para el mal. Se experimenta ofensivo para la etica natural y, con mayor motivo para la moral cristiana-humanista, el que se hable de un pecado ‘hereda do’, contraído por contagio biológico o por contagio social. Pecado que, sin el menor concurso de la libertad de individuo inculpado, le excluye de la amistad de Dios y de la vida eterna a la cual ha sido llamado. Como nuestro humanismo de cristianos tiene sus raíces en la Biblia, buscamos en ella los datos para comprender lo estridente que resulta hoy el mantenimiento de la doctrina del PO en su sentido clasico Ya hemos mencionado la afirmación, hoy dia comun, de que la doctrina eclesiástica sobre el PO no es doctrina bíbticá. La dignidad del hombre imagen de Dios: No eran tan sólo los pelagianos los que trabajaban por defender la «dignidad de la natu raleza humana» = dignitas naturae conditae la fórmula tenía sus raíces en la filosofía estoica de la cual participaban, en diversa medi da, tanto Agustín como, sobre todo, su contrincante Julián de Ecla na. Pero ambos perfeccionaban su visión humanista del hombre recurriendo a los textos bíblicos que lo presentan saliendo de las manos del Creador como imagen y semejanza suya, Gn 1, 26-27. Aunque no deja de ser llamativo cómo desde la misma convicción de 101 Sobre el giro antropológico de la teología actual, encuadrado dentro del giro universal de nuestra cultura occidental, puede verse A. nc V;nAuiom, El giro antropo céntrico de la teología actual, en J. A. DE ALDAMA, Los movimientos secularizantes. Cues tiones actuales de metodología teotógica Madrid, BAC Mm., 1973, pp. 77-111. Un correc tivo a los excesos de este giro podría ofrecerlo la teología/cristología/antropología intensamente teocéntrica de Duns Escoto. Ver A. DE VIuu’1oNTi, El giro antropocéntrico de la teología actual en la perspectiva del Bto. Juan Duns Escoto, en NG 41 (1994) 319- 357. El Vaticano II fue muy receptivo respecto a lo más aceptable de esta orientación de la cultura moderna. Nominalmente en la Constitución Gaudium et Spes.
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