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98 Const. 1982, 1990. 5. Como discípulos de Cristo, si bien pobres y débiles, mantengámonos de tal manera en la ora- ción que cuantos buscan sinceramente a Dios se sientan llamados a orar con nosotros. 6. Cultivemos con sumo interés en el pueblo de Dios el espíritu y el progreso en la oración, sobre todo la interior, ya que éste fue, desde los comien- zos, un carisma de nuestra Fraternidad de Capuchi- nos y, como atestigua la historia, el principio de la auténtica renovación. Por lo tanto, esforcémonos diligentemente en aprender el arte de la oración y en transmitirla a los demás. Novo mill. 32-34. 7. La enseñanza de la oración y de la experien- cia de Dios, con método simple, distinga nuestra acción apostólica. Servirá mucho que nuestras fra- ternidades se dediquen a ser auténticas escuelas de oración. Ejercicios espirituales y retiros CD 16; AA 32; CIC 246,5; 276,2; 663,5; II CPO 30. 56 1. Para renovar continuamente nuestra vida religiosa, todos los hermanos hagan cada año los ejercicios espirituales y tengan también otros pe- ríodos de retiro. 2. A tal fin los ministros y guardianes propor- cionen a cada hermano, incluso a los que viven fuera de la casa religiosa, la oportunidad y el tiempo ne- cesario. Fraternidades de retiro 1Pe 4,10; I CPO II,20. 57 1. Toda fraternidad debe ser verdaderamente una fraternidad orante. Para ello en todas las cir- cunscripciones, utilizando los medios adecuados, préstese el mayor cuidado en formar a cada herma- no y a las mismas fraternidades en el Espíritu y en la práctica de la oración.

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