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97 4. Para que el espíritu de oración no se entibie nunca en nosotros, sino que se encienda cada vez más, debemos ejercitarnos en ella todos los días de nuestra vida. CIC 276,1ss.; 663,3; II CPO 11. 5. Los ministros, los guardianes y a cuantos se les ha encomendado el cuidado de la vida espiritual procuren que todos los hermanos progresen en el conocimiento y en la práctica de la oración mental. OT 4; 8; PC 13ss.; II CPO 11; 23ss.; 27. 6. Los hermanos, por su parte, extraigan el es- píritu de oración y la oración misma de las fuentes genuinas de la espiritualidad cristiana y franciscana, para llegar al sublime conocimiento de Jesucristo. Ef 3,19; PC 6; DV 25; Eccl. San. II, 16,1; 1R 5,2; II CPO 19. 55 1. Tanto las fraternidades, como cada uno de los hermanos, dondequiera que se hallen, hagan ple- namente realidad la primacía del espíritu y de la vida de oración, como lo exigen las palabras y el ejemplo de san Francisco y la sana tradición capuchina. Primado del espíritu y de la vida de oración CIC 578; 587,1; 631,1; 663,1; II CPO 10ss.; 23; 26; 29; 31ss. 2. Es de suma importancia llegar al pleno convencimiento de la necesidad vital de orar per- sonalmente. Cada hermano, dondequiera que esté, tómese todos los días un tiempo suficiente, por ejemplo una hora entera, para la oración mental. 3. Los Capítulos provinciales y locales pro- vean a fin de que todos los hermanos dispongan todos los días del tiempo necesario para la oración mental, que deberá hacerse en común y en privado. Statuto Abr. 2. Cf. OG 3/3 4. La fraternidad local interpélese en los Ca- pítulos sobre la oración comunitaria y personal de los hermanos. Los hermanos, y en primer lugar los superiores, por razón de su ministerio pastoral, considérense responsables en la animación mutua de la vida de oración. II CPO 6; 20; 23ss.; 29; 34.

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