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96 Palabra de Dios vida y mis. Propos. 22; 9; 32; 55; Verbum Domini 71; 82; 86. 3. Dediquemos fielmente un espacio suficien- te de tiempo a la lectura orante de la Sagrada Escri- tura y nutramos la verdadera devoción también con otros libros espirituales. DV 25. 4. Alimentemos, además, nuestra vida evangé- lica en fraternidad dándonos tiempo para compartir la Palabra de Dios y dejándonos interpelar por ella. Ordenaciones Albacina; Const. 1536; CIC 663,3; 276,2; 652,3; PC 6; DV 21; SC 51; 2C 208; EPerf 76; Dt 6,6-9. 5. Para no perder nunca de vista el camino y la vida que hemos profesado, en cada circunscripción díctense normas acerca de la lectura en común de la Sagrada Escritura, de la Regla, del Testamento y de las Constituciones y sobre la renovación de la profesión en común. Oración mental Cf. OG 3/3 54 1. Conservemos y fomentemos aquel espíritu de contemplación que resplandece en la vida de san Francisco y de los hermanos que nos han precedi- do. Por ello, dediquemos un espacio de tiempo más amplio al cultivo de la oración mental. Is 29,13; Mt 15,8; Mc 7,6; Jn 4,23ss.; II CPO 12. 2. La oración mental es la maestra espiritual de los hermanos, los cuales, si son verdaderos y es- pirituales hermanos menores, oren incesantemente de manera interior. Orar, en efecto, no es otra cosa que hablar a Dios con el corazón y, en realidad, no ora el que se dirige a Dios sólo con la boca. Por eso, cada uno esfuércese en entregarse a la oración men- tal o contemplación y en adorar al eterno Padre en espíritu y verdad, según la doctrina de Cristo, ópti- mo maestro, empeñándose en iluminar la mente e inflamar el corazón, más que en proferir palabras. SC 12; 90; PO 5; 18; Eccl. San. II, 16,1; 21; 1R 22,26-31. 3. La auténtica oración mental nos conduce al es- píritu de la verdadera adoración, nos une íntimamente con Cristo y da continuidad a la eficacia de la sagrada liturgia en el continuo crecimiento en la vida espiritual.

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