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92 CIC 1174,2. 4. Todos nosotros, además, dondequiera que estemos o nos encontremos, hagamos lo mismo; y celebremos con los fieles la Liturgia de las Horas, según las circunstancias de los lugares. SC 88; Eccl. San. II,26; CIC 1175; REr 3-6; 2C 64; PNLH 11. 5. El Capítulo local, con la aprobación del mi- nistro, disponga el horario de la casa y del trabajo, de tal modo que el ritmo de la jornada y toda nues- tra actividad estén consagrados por la alabanza de Dios, teniendo además en cuenta las circunstancias particulares de las personas, de los tiempos y de las culturas. SC 84ss.; 98. 6. Cuando no podamos celebrar en común la Liturgia de las Horas, tengamos presente que tam- bién en la recitación individual estamos unidos espiritualmente con toda la Iglesia y, en particular, con los hermanos; con esta misma intención pro- funda oren los hermanos que recitan privadamente el Oficio de padrenuestros según la Regla. Oración y solidaridad universal VI CPO; VII CPO; CatIC 2602. 50 1. Que nuestra oración se inspire en la en- señanza de los profetas y de los salmistas y, sobre todo, en el ejemplo del Hijo de Dios que, asumien- do la condición humana, también en su oración se ha hecho partícipe de todo lo que viven sus herma- nos e intercede ante el Padre en la oblación de sí mismo. V CPO 7; Test 1-3; LM 1,6; 1C 17; 2C 9; TC 11. 2. San Francisco, que ha descubierto el plan de Dios en la contemplación, ha querido partici- par plenamente del amor de Cristo por el hombre abrazando a los leprosos y anunciando a todos la buena noticia de la esperanza y de la paz a través de la conversión.

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