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86 Rom 12,2. 3. Cuidémonos también, hermanos, de caer en la apostasía del corazón, que tiene lugar cuan- do alguno, por tibieza, bajo apariencia religiosa lleva un corazón mundano y se aparta del espíritu y del amor a su propia vocación y cede al espíritu de soberbia y de sensualidad de este mundo; por el contrario, recordando las palabras del apóstol «no queráis conformaros a este mundo » , huyamos de cuanto sepa a pecado y debilite la vida religiosa. Mt 5,3-9; LG 41; 1R 17,17-19; 22,9-10; 2R 3,10-13; 10,8; CtaO 8-10; V CPO 64; 82ss. 4. Esforcémonos, pues, una vez que hemos abandonado el mundo, en que ninguna otra cosa deseemos, ninguna otra cosa queramos, ninguna otra nos deleite sino seguir el espíritu del Señor y su santa operación, y agradarle siempre, de manera que seamos realmente hermanos y pobres, mansos, deseosos de santidad, misericordiosos, puros de corazón, tales, en fin, que el mundo reconozca en nosotros la paz y la bondad de Dios.

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