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80 Artículo VI Formación para el trabajo y el ministerio Valor de la formación específica 37 1. Llamados a la vida evangélica en la común consagración religiosa, todos nosotros, a imitación de san Francisco y siguiendo la tradición capuchina, de- bemos expresar la apostolicidad de nuestra vocación con el testimonio de la vida, en todas las tareas que desempeñamos en obediencia y comunión fraterna. Test 21; LP 62. 2. Por eso, recordando la admonición de San Francisco en el Testamento: «Los que no saben tra- bajar, aprendan » , adquiramos la debida preparación para todo servicio solicitado. 3. En efecto, con dificultad se puede realizar convenientemente un trabajo sin una formación es- pecífica y adecuada. CIC 670; 1R 7,3-7; 2R 5,1; IV CPO 22; Eccleston 2566. 4. Es deber de la Orden ayudar a cada herma- no para que desarrolle la propia gracia de trabajar. Así, con el trabajo, los hermanos se reafirman mu- tuamente en la vocación y se fomenta la armonía de la vida fraterna. OT 8; PO 14; PC 6; 8; SCom 22; 1R 25; Test 119. 5. La formación para el trabajo y el ministerio esté programada de tal manera que los hermanos, según sus cualidades y vocación, se preparen adecua- damente en orden a los diversos oficios que habrán de ejercer. Por eso unos aprendan artes y oficios téc- nicos; otros, en cambio, dedíquense a los estudios pastorales o científicos, especialmente sagrados. 2R 88; RCl 2792; Clar 2128; Jöhri reviv. 35; Corriveau testimonio 3,3; 3,6; Carraro Relatio; Rywalski Relatio. 6. Préstese la máxima atención para que la for- mación para el trabajo y el apostolado se realice con verdadero espíritu de servicio, en coherencia con la consagración religiosa y se armonice con el camino de la iniciación, favoreciendo el primado de la vida fraterna.

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