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59 C apítulo II VOCACIÓNANUESTRAVIDA YFORMACIÓNDE LOS HERMANOS Artículo I Vocación a nuestra vida 16 1. Dios en su bondad llama a todos los cristia- nos en la Iglesia a la perfección de la caridad, según los diversos estados de vida, para que progresando en la santidad personal se promueva la salvación del mundo. La gracia de la vocación LG 40; 42; CIC 210; 1R 17.17-18; Adm 2,3; 8,3; 12,1-3; 17,1; AlD 3; ParPN 2; 2C 165; LM 9,1. 2. A esta llamada, enraizada en el bautismo, cada cual debe responder con amor y con absoluta libertad, de modo que se armonicen la dignidad de la persona humana con la voluntad de Dios. GS 17,21; LG 46; CIC 219; IV CPO 58-60. 3. Nosotros agradezcamos con alegría la gra- cia especial de la vocación a la vida religiosa que Dios nos ha concedido. En efecto, el Padre nos ha llamado a entregarnos a Él, sin retener nada para nosotros, y a seguir las huellas de su amado Hijo para ser transformados a su imagen por la fuerza del Espíritu Santo. LG 43; PC 1; 5; CIC 574,2; 646; 552,1.3; 666; 670; 1R 2,1; Test 14; Vita cons. 17-19; LOrd. 29. 4. Al responder a nuestra vocación de herma- nos menores capuchinos, sigamos a Cristo pobre y humilde, difundamos por doquier su mensaje a los hombres, sobre todo a los pobres y ofrezcamos testimonio público y social del Reino de Dios. Mt 11,5; 11,29; Lc 4,18; LG 44; CIC 607,1.3; 640; 673; 758; 1R 9,1-3; CtaO 9; 1C 89; Gaudio magno; Vita cons. 1; 26. 5. Así, en fraternidad de peregrinos, peniten- tes de corazón y de obras, sirviendo a todos los hombres con espíritu de minoridad y alegría, nos consagramos a la misión salvadora de la Iglesia. LG 6; 9; 48ss.; DV 7; UR 2; PC 2; TC 37; 59; 1C 35; 71; LM 8,3.

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