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49 3 1. El Señor le concedió al hermano Francisco comenzar a hacer penitencia, conduciéndolo entre los leprosos. Practicó con ellos misericordia y, des- pués de haber escuchado la voz del Crucifijo de San Damián, inició la vida evangélica siguiendo las hue- llas de Cristo, con el deseo ardiente de conformar- se a él en todo. Así, el verdadero amor de Cristo transformó al amante en la imagen del amado. Imitación de san Francisco Flor 13; LM 14,4; 13,5; Flp 2,5. 2. Para adquirir la imagen del verdadero dis- cípulo de Jesucristo, que tan maravillosamente se manifestó en San Francisco, pongamos empeño en imitarlo y en él a Cristo. Por lo tanto, cultivemos diligentemente, con la vida y las obras, la herencia espiritual de nuestro Fundador y compartámosla con todos los hombres de cualquier época. PC 2b; 20; CIC 578; 1C 34; 38; 45; 2C 149; 221; LM prol 1; Const. 1536, 6; CIC 578. 4 1. Después que el Señor le dio hermanos, re- veló a San Francisco que debía vivir según la forma del santo Evangelio. Se inició así la Fraternidad de los Menores, para que con su comunión de vida dieran testimonio del Reino de Dios, predicando con el ejemplo y la palabra la penitencia y la paz. 2. En la fraternidad y en la minoridad recono- cemos los rasgos esenciales del carisma que el Espí- ritu nos ha dado; de ellas adquiere también su pro- pia forma la intrínseca dimensión contemplativa y apostólica de nuestra vocación. Dóciles al mismo Espíritu, esforcémonos por vivir plenamente este ideal evangélico. Orígenes de la Fraternidad Franciscana Test 1; 14; CIC 577; 2R 1,1; LM prol 1; IV CPO 6; V CPO 64; 82ss.

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