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48 Lc 2,19.51; Ef 4,15; LG 57; DV 8; 21; 25; PC 2°; 6; Adm 7,3; 20,1; 21,1; 1C 84; 90; 110; 2C 102; 105; 216; LM 14,5; SalVM. 5. En todas las circunstancias de la vida si- gamos el Evangelio como suprema ley, leamos y meditemos con asiduidad sus palabras de salva- ción y, a imitación de la bienaventurada Virgen María, llevémoslo en el corazón. De modo que teniendo nuestra vida cada vez más conformada al Evangelio, crezcamos por todos los medios en Cristo. Seguimiento de Cristo Mt 11,29; 1Pe 2,21; Ef 2,28; 1Cor 12,13; 1R 1,2; 7,16; 9,1; 22,1-2; 2R 6,3; 10,7-9; CtaO 50-52; Adm 7,1-2; 2CtaF 11-13; 1C 84; 89; 2C 61; 90; 148; LM 19; 42; 49; LP 9. 2 1. San Francisco, discípulo verdadero de Cristo e insigne modelo de vida cristiana, ense- ñó a los suyos a seguir con alegría las huellas de Cristo pobre, humilde y crucificado, para que Él los condujera en el Espíritu Santo hacia el Padre. Rom 8,24; Flp 2,7; Heb 2,46; 1Cor 11,26; SC 47; CIC 897; 1246,1; 1R 23,1.3; OfP I, V; 2CtaF 4-5; 8-13; Adm 1,14-18; Test 10; CtaO 14-16; 27-32; 1C 84; 2C 199-201; TC 2-5; LM 1,2;6,1; 9,2; 10,7; SCom 1. 2. Inflamados en el amor de Cristo, contem- plémoslo cotidianamente en el anonadamiento de la encarnación y de la cruz para asemejarnos más a Él y, al celebrar la Eucaristía con gozo fra- terno, participemos del misterio pascual, gustan- do de antemano la gloria de su resurrección hasta que Él venga. LG 42s; PC 1; 2a-b, 12- 14; 25; Red. donum 8; Vita cons. 93; CIC 207,2; 573,2; 574,1-2; 575; 662; 1R 1,1; 2R 1,1; 2,11; 6,4-5; 10,3; 12.14; Adm 3,6-9; 16,1-2; 2CtaF 36-39; 1C 4; 103; 129; 2C 80; 191; 220; 251; LM 7,1; SCom 1; EPerf 44. 3. Observemos con gran generosidad y fideli- dad los consejos evangélicos, sobre todo los que hemos prometido: la obediencia caritativa, la pobreza, camino peculiar de salvación para no- sotros, y la castidad consagrada a Dios.

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