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386 fica por la Palabra de Dios, 53,2; alimentemos nuestra vida evangé- lica en fraternidad dándonos tiem- po para compartir la Palabra de Dios y dejándonos interpelar por ella, 53,4; la transparencia cualifi- ca nuestra vida personal y fraterna, 75,2; en la formación se preste de- bida atención para que los herma- nos adquieran una recta compren- sión del espíritu, de los principios y de la práctica de la economía fra- terna, según las exigencias de nues- tra vida en pobreza y minoridad, 75,5; de pobreza y minoridad re- quiere que cada uno colabore en las tareas domésticas con espíritu de fraterna comunión, 83,1; esta participación cualifica a la fraterni- dad y confiere credibilidad a, 83,1; asumamos los trabajos domésticos como parte integrante de, 83,2; se ha de conformar con el pre- cepto evangélico de la penitencia, 112,1; reconozcamos que las es- tructuras de gobierno de la Orden y sus instituciones son también ex- presión de, 145,1; la visita pasto- ral, prescrita por la Regla y el dere- cho universal, contribuye mucho a la animación de, 164,1; persevere- mos con gozo en el ideal de nues- tra vida, dedicándonos con ahínco a nuestra renovación, 184,3. Vida fraterna, Vida común ( cf . Fraternidad), tiene su fundamento en el misterio de amor de la per- fecta Trinidad, 88,1; es una parti- cipación peculiar en la misión de Cristo, 147,3; es fruto y signo de la fuerza transformadora del Evan- gelio y del advenimiento del Rei- no, 13,4 la Iglesia es esencialmen- te misterio de comunión, cuya ri- queza y profundidad se refleja en la, 88,3; fermento de comunión eclesial, es profecía de la definitiva unidad del pueblo de Dios, 88,4; que los hombres, al ver nuestra vi- da fraterna informada por el espí- ritu de las bienaventuranzas, reco- nozcan que ha comenzado ya en- tre ellos el Reino de Dios, 106,3; la Iglesia apoya los institutos cuyos miembros, asentados y fundados en la caridad, llevan una, 88,5; viva- mos con gusto nuestra vida frater- na entre los pobres, 14,3; es siem- pre y en todas partes exigencia fun- damental en el proceso formativo, 24,7; cultiven de manera especial la, 26,6; el ritmo del noviciado de- be responder a los aspectos prima- rios de nuestra vida religiosa, so- bre todo mediante una particular experiencia de fe, de oración con- templativa, de, 31,4; mediante el trabajo los hermanos se reafirman mutuamente en la vocación y se fo- menta la armonía de la, 37,4; prés- tese la máxima atención para que la formación para el trabajo y el apos- tolado se realice con verdadero es- píritu de servicio favoreciendo el
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