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376 5,1; es necesario que conozcamos el carácter y el proyecto de vida de nuestra Fraternidad, para mante- nernos siempre fieles al Evangelio y a nuestra genuina, 5,2; cuidemos el conocimiento tanto de las fuen- tes franciscanas como las de la tra- dición de los capuchinos, 6,2; se- gún el espíritu y las intenciones evangélicas de los primeros capu- chinos y de la tradición viva de la Orden dediquémonos al estudio y cumplimiento de la Regla, 7,2; aceptamos el Testamento como la primera exposición espiritual de la Regla y óptima inspiración de nuestra vida, siguiendo la tradi- ción de nuestra Orden, 8,4; desde los inicios, poniendo el ejemplo de Marta y de María, nos enseña a sa- ber combinar armónicamente con- templación y acción, 15,4; nuestro hábito consta, según la Regla y la costumbre de la Orden, de túnica con capucho de color castaño, cor- dón y sandalias, o, por justa causa, calzado, 35,2; acerca de la costum- bre de usar barba, se siga el criterio de la pluriformidad, 35,2; a imita- ción de san Francisco y siguien- do la tradición capuchina, debe- mos expresar la apostolicidad de nuestra vocación con el testimo- nio de la vida, 37,1; rindamos pia- doso culto, según la antigua tradi- ción, a san José, esposo fiel de la Virgen María, 52,7; fomentemos y promovamos la devoción al Pa- dre san Francisco, modelo de los menores, a santa Clara y a los san- tos, 52,8; hagan plenamente reali- dad la primacía del espíritu y de la vida de oración, como lo exigen las palabras y el ejemplo de san Fran- cisco y la sana, 55,1; adhiriendo a las intuiciones evangélicas de san Francisco y a la tradición de la Or- den, asumamos seguir la pobre- za del Señor Jesucristo en simpli- cidad de vida y austeridad alegre, 61,1; como fieles seguidores suyos y según la primitiva tradición de los capuchinos, estimemos tam- bién nosotros el trabajo como gra- cia, 78,5; los hermanos aprecien el trabajo manual, 82,2; según las costumbres y posibilidades de las regiones, dese a los hermanos un tiempo de vacaciones, 86,2; según la Regla, el Testamento y la primi- tiva costumbre de los capuchinos, llamémonos todos, sin distinción, hermanos, 90,1; los hermanos es- tén disponibles para trasladarse fuera de su circunscripción, inspi- rándose en la movilidad e itineran- cia que caracteriza nuestra, 100,4; según la voluntad de san Francisco y la genuina tradición capuchina, todos los hermanos de votos per- petuos pueden acceder a cualquier oficio o cargo, 123,6; predique- mos la palabra del Señor con len- guaje claro, siguiendo el ejemplo

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