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375 trabajo el fin supremo, 80,1; evite- mos la pereza que se aprovecha del trabajo de los demás, 80,3; ofrez- camos al Padre la fatiga y el fruto de nuestro, 80,4; las diferentes cla- ses de trabajo se acomodan a cada uno de nosotros de forma diver- sa, 81,1; no consideramos ningún trabajo menos digno o de menor valor que otro, 81,3; procuremos conservar el carácter comunitario dentro de la variedad de activida- des, 81,4; estímese el trabajo inte- lectual como cualquier otro, 82,1; según la tradición de la Orden, los hermanos aprecien el, 82,2; pro- curen los ministros y guardianes atender a la aptitud y pericia de los hermanos al distribuir los oficios y cargos, y no los aparten con faci- lidad de los trabajos en que estén especializados, 82,4; de cada her- mano no lo dispensa del cuidado de la casa y de los servicios cotidia- nos de la fraternidad, 83,2; todo lo que reciben los hermanos como retribución por el trabajo deberá entregarlo siempre íntegramente a la fraternidad, 85,1; no se apre- cie el trabajo de los hermanos por la mera retribución que se recibe, 85,1; cuidémonos de transformar el trabajo en un instrumento para acumular bienes o dinero, 85,3; reconozcamos la importancia del descanso, que nos ayuda también a vivir la gracia del, 86,1; los herma- nos conjuguen los compromisos y promuevan el, 94,3; toda la fra- ternidad haga un atento discerni- miento sobre el uso de los medios de comunicación social, 96,2; sin- támonos obligados a remediar con nuestro trabajo las necesidades de los pobres, 108,2; ofrezcamos por nuestra salvación y por la de los demás el fiel cumplimiento del, 110,5; compete al Capítulo pro- vincial acomodar los trabajos apos- tólicos a las exigencias de los tiem- pos, 148,3; el guardián distribuya los trabajos teniendo en cuenta las necesidades de la Iglesia y la índole de cada hermano, 148,4; optemos de ordinario por las parroquias en que podamos dar más fácilmente testimonio de minoridad y llevar una forma de vida y de trabajo en fraternidad, 154,3; dediquémonos con alegría al, 172,8; los hermanos actúen, con su trabajo y consejo, en unión con los misioneros segla- res, 177,4. Tradición, Costumbre ( cf . Capu- chinos, Fraternidad), Francisco an- heló con el mayor cuidado adhe- rirse fielmente al magisterio de la Iglesia, custodio de la palabra de Dios, transmitida en la Escritura y en la, 183,1; nuestra específica forma de vida, en cuanto Herma- nos Menores Capuchinos, se ins- pira en la sana tradición iniciada por nuestros primeros hermanos,

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