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353 Salvación – Cristo, Iglesia, Francisco y la salva- ción : el santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo es siempre prin- cipio de la vida entera de la Igle- sia y mensaje de, 1,1; sigamos el Evangelio como suprema ley, lea- mos y meditemos con asiduidad sus palabras de, 1,5; Francisco dic- tó su Testamento anhelando nues- tra, 8,1; la Iglesia, sacramento uni- versal de, 10,1; el Hijo de Dios no vino a ser servido sino a servir y a dar su vida para la, 14,1; san Fran- cisco eligió un género de vida que unía íntimamente la oración y la proclamación de mensaje de, 15,3; Dios, que fue el primero en amar- nos, nos habla de muchas mane- ras, sobre todo, en la historia de la, 45,2; la Iglesia, cada Domingo, hace memoria de la resurrección del Señor, para que todos los fie- les puedan ser colmados de la gra- cia de la, 52,1; la pura relación de amor entre las Personas divinas, que desemboca en la creación y en la historia de la, 60,1; Cristo Jesús envió a los apóstoles a evangelizar a todas las gentes y constituyó su Iglesia como sacramento universal de, 175,1; respondiendo a la voca- ción divina, mediante la cual Dios nos pide cada día nuestra partici- pación para llevar a cabo su pro- yecto de, 184,1; Cristo, que es luz y esperanza de las gentes, fin de la ley, 189,1; Cristo, pues, que es Dios y hombre, imagen de la bon- dad de Dios, constituido por el Pa- dre juez, legislador y, 189,2. – La salvación y nuestra vida : Obser- vemos con gran generosidad y fi- delidad los consejos evangélicos, camino peculiar de, 2,3; cumpla- mos estas Constituciones, que nos obligan en virtud de nuestra pro- fesión religiosa, deseando ardien- temente la, 9,3; ingresar en la Or- den sólo para servir sinceramente a Dios y a la, 18,3e; los signos de humildad que los hermanos lleva- mos exteriormente, de poco sir- ven para la salvación de las almas si no estamos animados por el espí- ritu de humildad, 35,4; reúnase la fraternidad haciendo memoria de los misterios de la, 49,3; pidamos a Dios por la santa madre Iglesia, por el Papa, por nuestros gobernantes, por todos los hombres y por la, 51,1; celebrando los misterios de la salvación, como hijos de Dios, de- jémonos guiar en la oración por el Espíritu Santo, 52,4; el trabajo ins- trumento de salvación para todos, 78,2; escrutemos a la luz del Evan- gelio los signos de los tiempos, por- que en el tiempo el Señor viene a nuestro encuentro y nos hace cre- cer hacia la plenitud de la, 87,4; los hermanos enfermos completan- do en la propia carne lo que falta a los padecimientos de Cristo reden-
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