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293 – Profesión de fe : los ministros, cuan- do comienzan a ejercer sus cargos, y otros hermanos emitan la, 183,5. Federación de varias Provincias , el ministro general puede consti- tuir una federación de varias pro- vincias, con un estatuto propio, 8/2,1. Fermento , evangélico, invita a promover auténticas relaciones fra- ternas, 13,4; de justicia, de unión y de paz, 14,5; la misma vida frater- na, fermento de comunión eclesial, es profecía de la definitiva unidad del pueblo de Dios, 88,4. Fidelidad , observemos con gran generosidad y fidelidad los con- sejos evangélicos, 2,3; penetrados por el ardiente propósito de fide- lidad a las intuiciones evangélicas, 5,1; creativa al carisma, 6,1; para realizar con fidelidad nuestra for- ma de vida evangélica, 6,3; las de- más normas establecidas por el derecho universal referentes al no- viciado, 31,7; una mayor fidelidad creativa a nuestra vocación, 41,3; a las normas litúrgicas, 47,4; to- memos decisiones cada día con mayor, 65,1; ayudándose mutua- mente a la vocación, 88,5; man- tener con su ejemplo la fidelidad a la vida evangélica, 102,5; el com- promiso a nuestra forma de vida, 114,3; trátense los asuntos refe- rentes a nuestras sanas tradiciones, 125,1; a nuestra vocación, 154,3; si no nos renovamos de continuo en la fidelidad a la propia vocación, 157,2; velando por la fidelidad co- tidiana a la misma, 161,1; traten de llevarlas a cabo con, 10/2,2. Fieles v. Seguidores de Cristo Filosofía , cuidemos el conoci- miento…, 6,2; la formación en los estudios filosóficos, 39,2. Forma – Cristo y san Francisco : que de- bía vivir según la forma del santo Evangelio, 1,3; reveló a san Fran- cisco que debía vivir según la for- ma del santo Evangelio, 4,1; Fran- cisco usó un hábito de penitencia con forma de cruz, 35,3; Francis- co, por divina inspiración, susci- tó una forma de vida evangélica, 88,6; al inaugurar una nueva forma de vida evangélica, 106,2; Jesucris- to, tomando la forma de siervo, se hizo obediente hasta la muerte de cruz, 158,1. – Nuestra vida : su propia forma la intrínseca dimensión contempla- tiva y apostólica de nuestra vo- cación, 4,2; nuestra específica, 5,1; presentada por san Francisco, 10,3; a configurarse con su forma de vida obediente, pobre y casta, 23,1; la iniciación a la consagra- ción según nuestra, 23,4; la inicia- ción a nuestra, 29,1; decisión fir- me y libre para abrazar y probar nuestra, 31,1; puesto que la pobre- za evangélica es un ideal esencial

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