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202 1R 19,1ss.; 2CtaF 32; 1C 62. 3. Por consiguiente, sintamos en todo con la Iglesia: en el pensar, en el hablar y en el obrar, evi- tando con cuidado las doctrinas falsas o peligrosas. 1R prol. 3; 2R 1,1; 9,1; 12,4; 1C 34; AP 36. 4. Con sentido de activa y consciente res- ponsabilidad, prestemos religioso obsequio de la voluntad y del entendimiento al Romano Pontífi- ce, maestro supremo de la Iglesia universal, y a los obispos, quienes, como testigos de la fe, enseñan juntamente con el Sumo Pontífice al pueblo de Dios. CIC 833. 5. Los ministros, cuando comienzan a ejercer sus cargos, y otros hermanos, según lo establece el derecho, emitan la profesión de fe. Fidelidad a la vocación LG 46; PC 1; CIC 207,2; 574,2; 590,1; 607,3; 654. 184 1. Respondiendo a la vocación divina, median- te la cual Dios nos pide cada día nuestra participa- ción para llevar a cabo su proyecto de salvación, re- cordemos que estamos unidos con Cristo, en virtud de nuestra profesión, ante el pueblo de Dios. Mt 7,14; Rom 11,29; Ef 4,1; 1Cor 10,13; CIC 598,2; 607,1; 662; 664. 2. Esforcémonos, pues, por caminar digna- mente y sobresalir más en la vocación a que hemos sido llamados, teniendo presente que Dios nunca anula sus dones ni, por lo tanto, el de la vocación que nos ha otorgado. No nos faltará su gracia para superar las dificultades en este camino estrecho que conduce a la vida. LG 7; 9. 3. Perseveremos con gozo en el ideal de nues- tra vida, dedicándonos con ahínco a nuestra re- novación; y, conscientes de la fragilidad humana, avancemos por el camino de la conversión junta- mente con toda la Iglesia, que es renovada siempre por el Espíritu Santo.

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