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198 más profunda del misterio mismo de Dios y contri- buyendo en su perfeccionamiento con el testimo- nio del propio carisma. 8. Promuevan, asimismo, aquellos cambios que favorezcan la venida de un mundo nuevo, y es- tén atentos a las ideas que influyen en el modo de pensar y de actuar de los pueblos. Promoción del espíritu misionero AG 23; 25ss.; 34; 38; 40; 2R 12,1-2; III CPO 10ss.; 35ss. 178 1. Los hermanos que, por divina inspiración, se sienten llamados a la labor misionera en otra región donde es necesario el primer anuncio, el apoyo a las Iglesias jóvenes o donde es urgente la nueva evange- lización, manifiesten su deseo al propio ministro. 2. El ministro mismo, luego de un adecuado dis- cernimiento y según la condición de cada uno, ofrez- ca a los hermanos que van a ser enviados a la misión la preparación teórica y práctica en misionología, en ecumenismo y en el diálogo interreligioso, y les conceda las letras obedienciales, según las normas de nuestro derecho propio. El ministro puede proponer, también a otros hermanos idóneos, el ir de misión. Sal 54,23; Sab 12,13; Mt 6,25ss.; Lc 12,22ss; 1Pe 5,7; LP 82. 3. Los ministros no rehúsen enviar hermanos ap- tos a causa de la escasez de hermanos en la provincia, sino descarguen todo su pensamiento y preocupación en Aquél que tiene constante cuidado de nosotros. 4. Las diversas circunscripciones de la Orden, según la oportunidad, préstense generosamente ayuda mutua y ofrezcan, por medio del ministro general, misioneros y asistencia a las circunscrip- ciones más necesitadas. AG 24; 27; 38; Eccl. San. III,6; III CPO 7ss.; 35ss.; 41. 5. Los hermanos sean invitados a participar, incluso temporalmente, en la labor misional, sobre todo para prestar ciertos servicios especiales.

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