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189 C apítulo XI NUESTRAVIDADE CASTIDAD CONSAGRADA 169 1. Entre los consejos evangélicos la castidad por Cristo y por su Reino es un don insigne de Dios que ha de tenerse en gran estima. El don de la castidad Mt 19,11-12; 1Cor 7,7; LG 42ss.; PC 12; PO 16; CIC 247,1; 277,1; 599. 2. Constituye un reflejo del amor infinito que une las tres Personas divinas; amor testimoniado por el Verbo encarnado, hasta el don de su vida; amor derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo, que impulsa a una respuesta de amor total a Dios y a los hermanos. Vita cons. 21. 3. Como Dios es esplendor infinito, la vida de castidad consagrada a Él es irradiación de la belleza divina en quienes se dejan transfigurar por la po- tencia del Espíritu Santo. Vita cons. 19. 4. El Espíritu, al suscitar el amor por la belleza divina, nos configura con la vida virginal de Cristo y nos hace partícipes del misterio de la Iglesia que vive en la entrega total y exclusiva a Cristo su espo- so y se prepara para el encuentro definitivo con Él. Vita cons. 19; 34; 2Cor 11,2; Vita cons. 26. 5. El consejo evangélico de la castidad, que voluntariamente hemos elegido y prometido con voto, tiene su única razón de ser en el amor pre- ferente a Dios y, en Él, a toda persona. Éste nos proporciona de modo particular una libertad más amplia de corazón, por la que nos unimos a Dios con amor indiviso y podemos hacernos todo para todos. 1Cor 7,32-39; 9,22.

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