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181 C apítulo X Nuestravidade Obediencia 158 1. Jesucristo, tomando la forma de siervo, se hizo obediente hasta la muerte de cruz. De este modo, liberándonos de la esclavitud del pecado, nos ha desvelado que la libertad humana es el ca- mino de obediencia a la voluntad del Padre y que por medio de la obediencia se llega a la conquista progresiva de la verdadera libertad. Obediencia de Cristo, modelo de la nuestra Flp 2,7-8; 1R 5,13-15; Gal 5,1; Vita cons. 91. 2. En la escucha religiosa del Verbo encar- nado, la Iglesia, dócil a la acción del Espíritu, co- rresponde con la obediencia de la fe al designio amoroso del Padre que en el Hijo se ha revelado a sí mismo y nos ha dado a conocer el misterio de su voluntad. DV 2; 5; Rom 1,5; 16,26; 2Cor 10,5; Servicio aut. 5-7. 3. Por eso el cristiano, siguiendo a Jesús, cuyo alimento era hacer la voluntad del Padre, está lla- mado a crecer cada día en la libertad de los hijos de Dios mediante una obediencia confiada, en la cual se construye y se realiza la plenitud del hombre. De este modo, saliendo de sí mismo y purificándose de los ídolos, se abre a los horizontes de la vida divina acogiendo una voluntad salvífica que no anula sino que fundamenta y acrecienta su dignidad. Jn 4,34; 8,28-29; 1,12; Rom 5,19; Mt 26,39.42; Lc 22,42; Flp 2,8; Servicio aut. 8. 4. San Francisco nos ha enseñado que la vida de los hermanos menores consiste en obedecer a Jesucristo, que está presente en el Evangelio y en los sacramentos. Él se entregó totalmente a Cris- to, sin reservarse nada para sí, pues cifraba en la obediencia la perfección de vivir sin nada propio y el fundamento de la comunión con Dios, con la Iglesia, con los hermanos, con los hombres y con todas las criaturas. Mt 7,24; Jn 14,21; Lc 22,27; Jn 14,1; Servicio aut. 8; SC 7; CtaA 3; CtaO 7-10; Adm 5,2; 3, 1-4; 3,5-6; SalVM 14-18; Adm 2; CtaO 4,34; 6,46; 2, 27-28; LM 4; Flor 11; 1R 5,16-17; 2R 10,2; Ll 3.

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