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176 1R 22,9-18; 2C 163; Const. 1536 ss. 4. Procuremos, con esfuerzo, grabar en nues- tros corazones la Palabra de Dios, que es Cristo, y entregarnos totalmente a Él como posesión suya, para que Él nos impulse a hablar con amor desbor- dante. Así predicaremos a Cristo con la vida, de obra y de palabra. LP 71; CIC 276,2; 279,1; 652,2; 663,3. 5. Para conseguir esto, trabajemos por adelan- tar de continuo en la sabiduría de Cristo, que se ad- quiere, ante todo, a través de la vida y, especialmen- te, mediante la lectura constante, la meditación y el estudio diligente de la Sagrada Escritura. Vita cons. 98. 6. Procuremos que todos nuestros servicios pastorales estén inspirados en la Palabra de Dios. Realicemos la catequesis de la fe con métodos apropiados a las exigencias de los diversos grupos humanos, favoreciendo el establecimiento de una cultura permeada por los valores evangélicos. Admnistradores del misterio de Dios Ef 4,12; PO 2; 5; 13; SC 7; 33; 59. 151 1. Por la celebración de los sacramentos, Cris- to se hace presente con su propia eficacia salvífi- ca, los santifica y edifica su Cuerpo, y el pueblo de Dios rinde un culto digno al Señor su Dios. CD 30; OT 19; CIC 213; 387; 528,2; 834,1; 986,1; 2C 146. 2. Por eso los hermanos estén disponibles para administrar los sacramentos, sea por razón del oficio o invitados por el clero, para que al celebrarlos, los fieles se alimenten, se robustezcan y se manifieste su fe. Const. 1968; PR, Ord. Presb. 3. Preparémonos diligentemente para dispen- sar los misterios de Dios, deseando imitar lo que ce- lebramos y conformar nuestra vida con el misterio de la cruz del Señor. Promovamos en los fieles una vida cristiana centrada en la Eucaristía, sacando no- sotros de esa misma fuente la caridad pastoral que nos impulsa a entregarnos por el bien del prójimo.

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