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141 2. Con amor y verdad, tratemos de practicar la corrección fraterna que Jesús nos enseña. 3. Individualmente y en fraternidad, sobre todo en el Capítulo local, interroguémonos a la luz del Evangelio acerca de nuestro estilo de vida y opciones; para que sean siempre expresión de un camino de conversión comunitaria. Mt 18,15; Lc 17,3; Eccl. suam 85. 114 1. En el Sacramento de la penitencia o de la re- conciliación, gracias a la acción del Espíritu Santo, que es la remisión de los pecados, al experimentar los beneficios de la muerte y resurrección de Cris- to, participamos más íntimamente de la Eucaristía y del misterio de la Iglesia. 2. En este sacramento no sólo se purifica y re- genera cada hermano, sino también la comunidad de hermanos, pues se restablece la unión con el Sal- vador y, al mismo tiempo, la reconciliación con la Iglesia. 3. Purificados y renovados por medio de los sacramentos de la Iglesia, somos también robuste- cidos en el compromiso de fidelidad a nuestra for- ma de vida. El sacramento de la reconciliación LG 7; 11; PO 18; PC 14; SC 5; MR, sobre las ofrendas, Sábado antes de Pentecostés; 1R 20,5. 4. Por eso, teniendo en gran estima el sacra- mento de la reconciliación, acudamos a él frecuen- temente. Reconciliados con Dios, esforcémonos en difundir su amor entre nosotros a través del perdón recíproco y promoviendo la reconciliación fraterna. CIC 246,4; 276,2; 630,1-5; 664; 985; Vita cons. 95; Lc 6,36; Mt 5,48; Vida frat. 26. 5. Valoremos también el examen de concien- cia de cada día y el acompañamiento espiritual, para poder responder a las mociones del Espíritu con generosidad y orientarnos resueltamente hacia la santidad. Vita cons. 95; PC 14; Dim. cont. 11; Potissimum 63.
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