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139 del trabajo cotidiano, la disponibilidad para el ser- vicio de Dios y del prójimo y el compromiso de cultivar la vida fraterna, los achaques de la enfer- medad o de los años e, incluso, las persecuciones por el Reino de Dios, a fin de que sufriendo con los que sufren nos alegremos siempre de nuestra conformación con Cristo. 6. Sigamos el mismo camino de conversión de san Francisco, yendo al encuentro especialmente de aquellos que, en nuestro tiempo, están margina- dos y privados de todo recurso. 111 1. Cristo Señor, recibida la misión del Padre y guiado por el Espíritu Santo, ayunó en el desierto durante cuarenta días y cuarenta noches. 2. También su discípulo san Francisco, ardien- do en deseos de imitar al Señor, vivió en ayunos y oraciones. Tiempos y modos de la penitencia Mt 4,1-11; Mc 1,12- 13; Lc 4,1-13. 3. Practiquemos por tanto el ayuno, la oración y las obras de misericordia, que nos conducen a la libertad interior y nos abren al amor a Dios y al prójimo. Vita cons. 38. Cf. OG 7/1 4. Consideremos como tiempo de penitencia más intensa, privada y comunitaria, el adviento y, principalmente, la cuaresma de Pascua y todos los viernes. SC 109ss.; 1R 3,11ss; 2R 3,4ss. Cf. OG 7/1 5. Se recomiendan, además, la cuaresma lla- mada «Bendita » , que comienza con la Epifanía, y las vigilias de las solemnidades de san Francisco y de la Inmaculada Concepción de la bienaventurada Virgen María. 2R 3,6. Cf. OG 7/1

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