BCCAP000000000000021ELEC

13 al Señor en pobreza y humildad, vayan confiadamente a pedir li- mosna; ni deben avergonzarse, porque el Señor se hizo pobre por nosotros en este mundo. Esta es aquella eminencia de la altísima pobreza, que ha instituido a vosotros, carísimos hermanos míos, herederos y reyes del reino de los cielos, os ha hecho pobres de cosas, y os ha sublimado en virtudes. Esta sea vuestra porci ó n, que conduce a la tierra de los vivientes . A la cual, amadísimos hermanos, adhiriéndonos totalmente, por el nombre de nuestro Señor Jesu- cristo jamás queráis tener ninguna otra cosa bajo el cielo. Y, dondequiera que estén y se encuentren los hermanos, se muestren familiares entre sí el uno con el otro. Y confiadamente manifieste el uno al otro su necesidad, porque, si la madre nutre y ama a su hijo carnal, ¿cuánto con mayor diligencia debe cada uno amar y cuidar a su hermano espiritual? Y, si alguno de ellos cayere en enfermedad, los otros hermanos deben servirlo como querrían ellos ser servidos. CAPÍTULOVII DE LA PENITENCIA QUE SE HA DE IMPONER A LOS HERMANOS QUE PECAN Si algunos de los hermanos, instigándolos el enemigo, pecaren mortalmente, incurriendo en aquellos pecados, sobre los cuales fuere ordenado entre los hermanos que se recurra a solos los mi- nistros provinciales, estén obligados dichos hermanos a recurrir a ellos lo antes que puedan, sin tardanza. Los ministros mismos, si son sacerdotes, con misericordia les impongan la penitencia; pero, si no son sacerdotes, hagan que se les imponga por otros sacerdotes de la Orden, como vieren que mejor conviene, según Dios. Y se deben guardar de airarse y conturbarse por el pecado de alguno, porque la ira y la conturbación impiden en sí y en los otros la caridad.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz