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106 CIC 1265,1ss.; 1R 7,16; 8,3; 9,1-9; Test 22; 2C 70-71; LM 7,8; VI CPO 20. 4. A falta de dichos recursos, recurramos con- fiadamente a la mesa del Señor, respetando las dis- posiciones de la Iglesia universal y particular. De tal manera, sin embargo, que, a la vez que pedimos li- mosna a los hombres, les demos testimonio de fra- ternidad, minoridad, pobreza y alegría franciscana. El dinero Mt 10,9; Lc 9,3; CIC 586-587; 631,1; 1R 7,7; 8,3-12; 2R 6; VI CPO 3; 6. 68 1. San Francisco, consecuente con su propio carisma de pobreza y minoridad en la Iglesia, man- dó a los suyos que de ningún modo recibiesen dine- ro, por ser signo de riqueza, peligro de avaricia y de dominio en el mundo. VI CPO 29; Const. 1968, 1988. 2. Sin embargo, dado que el uso del dinero se ha hecho necesario a causa del cambio de los tiem- pos, los hermanos, deseosos de permanecer fieles a la voluntad del Seráfico Padre, úsenlo sólo como instrumento ordinario de intercambio y de vida so- cial, necesario incluso a los pobres, y de acuerdo con las normas de nuestro derecho propio. Uso del dinero CIC 619; 670; 1R 8,3; 8,7; 8,10; VI CPO 29. Cf. OG 4/2 69 1. Los ministros y guardianes, a quienes in- cumbe en virtud de su oficio cuidar solícitamente de las necesidades de los hermanos, usen el dinero para las necesidades de la vida y para las obras de apostolado y de caridad. CIC 600. 2. Todos los hermanos, según las normas esta- blecidas en cada circunscripción, tienen el deber de rendir cuentas del dinero que se les confió para las necesidades de la vida. 3. Para todos, ministros, guardianes y demás hermanos, el uso del dinero debe hacerse siempre de suerte que no desdiga del modo que correspon- de a los verdaderos pobres.

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