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105 2. Con caridad recíproca y dóciles al Espíri- tu del Señor, evaluemos frecuentemente nuestro modo de observar la pobreza: nuestro estilo de vida personal y comunitario sea siempre simple y aus- tero; el testimonio de nuestras fraternidades pro- fético y creíble; nuestra misión en relación con los pobres generosa y auténtica. Artículo II Pobreza respecto a los bienes y al dinero 66 1. Guardemos la pobreza que hemos prome- tido, recordando la intención y las palabras de san Francisco: «Los hermanos no se apropien nada, ni casa, ni lugar, ni otra cosa » . Sin nada propio 2R 6,1; 2Cel 56; LM 7,2; LP 13; I CPO III,9. 2. Usemos los bienes temporales para las ne- cesidades de la vida, del apostolado y de la caridad, sobre todo para con los pobres. LG 8; PO 17; CIC 1254,1ss.; 1285; 1C 76; 2C 83; LM 8,5. 3. Por consiguiente, como peregrinos y extran- jeros en este mundo, sirvamos al Señor en pobreza y humildad mientras caminamos hacia la tierra de los vivientes. 1Pe 2,11; 1R 6,2; Test 24; LM 7,9; 2C 165; 217. 67 1. Como hijos del eterno Padre, alejada toda preocupación ansiosa, depositemos nuestra con- fianza en la providencia divina y entreguémonos a su infinita bondad. Confianza en la Providencia Mt 6,25-34; PC 13; 1R 22,9; 23,8-11; 25-26; 1C 29; 2C 16-17; LM 3,7; 3,10; TC 36; 50-51. 2. Por tanto, no acumulemos excesivos bienes, ni siquiera los necesarios para nuestro sustento. CIC 634,2; 2C 45; LM 7,9; LP 32. 3. Adquiramos, sobre todo con nuestro pro- pio trabajo, los medios y recursos necesarios para la vida y el apostolado. 1R 7,3-6; 2R 5; Test 20; 2C 161; LM 5,6; VI CPO 14-16.

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