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102 6. El ideal evangélico de la pobreza indujo a Francisco a la humidad del corazón y a la radical expropiación de sí, a la compasión hacia los pobres y débiles y a compartir sus vidas. Conformidad con Cristo pobre y crucificado Const. 1968, 1970, 1974; Aloc. CG 1968; VI CPO, Prop. 5. 61 1. Adhiriendo a las intuiciones evangélicas de san Francisco y a la tradición de la Orden, asuma- mos como nuestra tarea especial seguir la pobreza del Señor Jesucristo en simplicidad de vida y aus- teridad alegre, en el trabajo asiduo, en la confianza en la Providencia y en la caridad hacia los hom- bres. Flp 2,7; 1R 9,1- 5; CtaO 5; Mt 19,12; Jn 1,1. 2. La pobreza, elegida para seguir a Cristo, nos hace partícipes de su relación filial respecto al Pa- dre y de su condición de hermano y siervo entre los hombres, y nos estimula a la solidaridad con los pequeños de este mundo. Mt 20,28; Mc 10,45; Lc 22,27; LG 44; PC 13; CIC 222,2; 600; 640; 662; 1R 7,13; 9,1-3; 2R 6,4; VI CPO 1-6. 3. La adhesión al ideal evangélico de la pobre- za requiere la disponibilidad en el amor y la confor- midad con Cristo pobre y crucificado, que vino al mundo para servir. 1R 7,13; 17,17-18; 23,1-5; 2R 6,1; Adm 2,3. 4. No nos apropiemos los dones de la natura- leza y de la gracia como si nos fuesen dados sólo a nosotros, antes bien tratemos de ponerlos entera- mente a beneficio del pueblo de Dios. CIC 222,2; 600; 640; 662; 2C 73; 120; LM 7,7; TC 45. 5. Usemos con gratitud los bienes temporales, compartiéndolos con los necesitados y dando, al mismo tiempo, testimonio del recto uso de las co- sas a los hombres que las ansían con avidez. 1R 9,1-3; Const. 1968, 45. 6. Anunciaremos verdaderamente a los pobres que Dios mismo está con ellos en la medida en que estemos disponibles para ellos y participemos real- mente de su condición.

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