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101 C apítulo IV NUESTRAVIDADE POBREZA Artículo I Nuestro ideal de pobreza 60 1. El Dios altísimo, Trinidad perfecta y simple Unidad, es misterio de humildad. La pura relación de amor entre las Personas divinas, que desemboca en la creación y en la historia de la salvación, es modelo de toda relación humana y fundamento de nuestra vida de pobreza y humildad. De la humildad de Dios a la pobreza evangélica CtaO 52; Vita cons. 21; Caritas in ver. 54. 2. La suprema manifestación de la humildad de Dios es Jesucristo, el Hijo que recibe todo del Padre y comunica todo con el Padre en el Espíri- tu y que fue enviado para evangelizar a los pobres. Siendo rico, se hizo pobre por nosotros haciéndose semejante a los hombres, para hacernos ricos por medio de su pobreza. Is 61,1; Mt 11,27; Lc 4,18; 10,22; Flp 2,7; 2Cor 8,9; LG 8; 39; 42; 46; PC 1; 13; PO 6; 17; GS 72; 88; AG 3; 5; SC 5; CD 13; CIC 600; I CPO III,1ss.; IV CPO 36b; 42-46; V CPO 29-40; VI CPO 1; 4. 3. Desde el nacimiento en el pesebre hasta la muerte en la cruz amó a los pobres, y dio testimo- nio del amor que el Padre les profesaba para ejem- plo de los discípulos. SC 19-21; Const. 1968. 4. La Iglesia reconoce la pobreza voluntaria como signo del seguimiento de Cristo, especial- mente en los religiosos, y propone a san Francisco como imagen profética de la pobreza evangélica. PC 1; 13; CIC 222,2; 600; 640; 662. 5. Él, en efecto, lleno de asombro por la be- lleza de Dios, que es humildad, paciencia y manse- dumbre, fue llevado a optar por la pobreza, expe- rimentada en la humidad de la Encarnación y en la caridad de la Pasión, para seguir desnudo al desnu- do Señor crucificado. AlD; Flp 2,6; Sal 44,3; Jer 11,19; 1C 94; 2Cor 10,1; Vita cons. 24; 1C 84; 22; TC 25; 29; Const. 1536; LM II,4; Lm 1336; TC 19; AP 8; 2C 214; 217; LM 14,3; Lm 1386; Gualtiero 2319; LM 14,4; 2,4; 2C 194; LM 7,2; VI CPO 11.

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