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-lo- to lit.! la doct¡'ina y acog'l!l' eH su mat~l'llal sclW. único pllel'~ fo tic salud, á todas :llS alma~ que acudan a su refugio. La¡'O'U e ímpl'ob;l t:ll'ca, por CiClto muy mal cOl'I'cspondida. en I~ que ha derramado tesoros de sabidul'Ía y de paciencia ; porque el crral' se ha cubierto con todos los disfraces y ha compllesto su fisonomi3, pal'a iutl'ortllCil'se desconocido, cuando no ha tenido la s uficiente audúcia. para exhibir su propia y repugnante figUI"'il; y porque ti. sus llamamientos han contestado llluchos con desden, sino con insulto; á SllS razones no se ha pl'estado aielo, ni ú su autoridad la aten– cion debida; y sus intenciOlles han sido muchas veces, nó equivocadamente comprendida:;. sino intene.ionadamente te¡'givel'sadas. La rglesJa al dect\'. que no al /lIz g'al' de los. incrédulos, ha sido movida pOI' la ambici an y a codicia, eH el temor de porde\' un podel' que, actuandu sob l'c las con– ciencias pone bajo su planta la ccrvi7. de los pueb los escla– vizados, y en su mano la llave de todas las riquezas con que el clero satisface los insa ciables goces de su vida re– galona: Poro ¡Ah! ¿a qué nec io desl umbran ya esttls al hara– cas? ¿Quién deja de vel' en semejantes I'ecursos el pL'etextt\ para aniquilar y empobrecel' á la rglesia? ........ y pobl'e y opL'imida consel'va una fuerza que desespCl'u á sus enemi– gos, porque esta fuel'za no le viene de la riqueza ni del po – der, sino del espíl'itu de Dios qu e en ella reside. y la doctrina de que es depositaria se ha consel'vado in– corruptible sin que nadie pueda señalar oscurecida Ó apa – ~ada ninguna de 13.s vet'dades que hace bl'il!ar sobre el muu– (10 como la única luz capaz de guiade en sus destinos. y muchos que se habian apartado de la fe, vuelven á ella sus mi t'adas como á su última y consolado t'a esperanza. y muchos que nunca habian tenido la dicha de poseerla , la aceptan de coraZOll. y el númel'o ele lo~ m'eyentes au– menta de un modo prodi gioso en los pueblos mas seiialados pOI' su aversio ll al catolicismo; y con el número de cl'eyen– tes, los templos del Señor, que se levantan como por mila– gro á impulsos de la pi edad creciente. Nunca se ha manifestado mas firme la adhesion, ni mas fel'\'oroso el amor que los fieles profesan á su Paell'e comun. el Vicario de J esuc!"Ísto, ni ha sido mas re~petuoso el aca– tamiento que ¡JI'esta n á su autoridad s uprema. Cuando el gran Pontífice ha qn erido rodearse de los Prín– cipe\, de la Tglcsia para comunicar al mundo ol'ilculos divi– nos, solo ha dicho: venid, y han acudido prcsurosoR de las
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