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A. CAMPIÓN 65 vando y lavando pa traer á casa los diñeros ..Me h~ cansaro. Si no vendes, yo me tomo t,tnabamco y a andar quieta, mirando como tú te errevientas sobre los maíses. ¿No quieres venderá marqués? en casa tendrás marquesa. ¡Ja jay! Breve silencio. -Ja jay!-volvió á reirsejoshepa. Nuevo silencio, seguido de risa cada vez más es– tridente, más insultante, ondulada por el culebreo de. la cólera y el despecho. A Mar tín le sonaba á trompetazo anunciador de disensiones y reyertas sin compostura, de rencorosa hostilidad, de oposi– ción sistemática, de inacabables recriminaciones á cada contrariedad ó desgracia:- "Ah! si hubieses vendido!,, La brecha que en el espíritu de resistencia ha– bían ~bierto las ventajosas proposiciones de Castro– Elvira, acabó de ensancharse con la acometida del porvenir adusto. Levantó los hombros, y, después de una pausa, dejó caer los brazos á lo largo del cuerpo, con el movimiento cansado del labrador que suelta la azada. No desplegó los labios; hom– bros y brazos lo dijeron todo. Joshepa enloqueció de alegría. A no haberle co– hibido la presencia del marqués hubiese bailado: rió la risa del júbilo rebosante, del contentamiento que se derrama como vino espumoso en una fiesta. Proyectó sobre ·10 porvenir la satisfacción de sus anhelos y el cielo inmenso se tiñó de color rosa . Tintineaban en las palmas encallecidas las monedas de la venta, que ahora estimaba excelente, insupe– rable, no obstante quedar muy bajo de las preten– siones que ella tuvo. Desarrollóse en su imagina– ción el panorama de la ciudad nueva, limpia, co– quetona; animada por gentes ricas y elegantes; en– sordecedora con el rodar de coches, ómnibus y tranvías, el pregón ambulante de las baratijas ca- 6

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