BCC00R49-5-16-1700000000000000410

64 LA BELLAEASO do de mí. Estimo que mis proposiciones son venta– josas, pero muy ventajosas; para fincas mías las qui– siera! No obstante, las voy á mejorar. Sobre la can– tidad ofrecida añado mil duros. De ellos tomará us– ted lo preciso, amigo Martín, para hacer un buen re– galo á la mujer y á las hijas; sobre todo á la guape– tona de la bella Easo. Joshepa, á duras penas silenciosa hasta entonces, se desbordó. Reprodujo los argumentos de siempre, condimentándolos con los rasgos persuasivos y ocu– rrencias que le sugería su viva imaginación. Castro– Elvira habría pagado dinero por entender el bas– kuenze de aquellas deprecaci<;mes nerviosas que vertiginosamente se sucedían como las ondas de un torrente . Pescaba los numerosos castellanismos del discurso: tontua ... sin pensarican ... suerte de prime– ra! Una frase machaconamente repetida, á guisa de argumento contundente, le llamaba la atención: nork, markesa choro bat baízik, ainbeste pagatuko lu– ke? Claro es, markesa, á él se refería; pagatu, ello mismo lo decía; pero quien era el Lucas que impen– sadamente asomaba por escotillón? Apenas volviese á casa, la cocinera, que era de Azpeitia, le traduciría la frase, si no se le olvidaba en el camino. Martín, agobiado por tanta locuacidad, se afligía más y más, desentendiéndose de los gestos invitatorios del mar– qués. Por fin, buscando respiro: - Ya pensaré, señor-dijo. - ¿Qué pensar ni ocho cuartos? Yo no salgo de aquí, aunque pierda la noche enterita, sin llevarme la palabra de usted, la palabra de un hombre hon– rado, de un basko. Joshepa extendió los brazos y señaló á Martín con el gesto de un profeta que increpase á Babilonia. -Ya le digo, ya le digo: marido malo, padre malo, hombre malo, cabeza de piedra, cabern de hurro. No te creas, no, que yo siempre me he de estar la-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz