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A. CAMPIÓN 61 secuenciaera de color de :osa; de oro _másbi~_n. Erapreciso halagarle, desvirtuar la mala 1mpres1on de los respingos de Martín; por tanto J oshepa aña– día á la natural amabilidadde su carácter, la apren– did~y no olvidada obsequiosidad de servidora en casagrande. Por la ventana penetró el nauseabundo olor del estiércolremovido. Castro-Elvira se tapó las nari– cescon un pañuelo perfumado. -Se reirán ustedes de mí, pero les aseguro que no tengocostumbre de oler eso. , Se levantó de la silla para cerrar la ventana. Jo– shepa, frenética, se asomó y ordenó á rajatabla la cesaciónde la faena. -Mi l gracias, señora andresa.-Castro-Elvira volvióá su sitio.- Dos veces he venido á esta casa y las dos me han obsequiado de la misma manera, conuna nueva edicióndel famoso poema, que uste– des probablemente no conocen, Los perfumes de Barcelona. Esa hija tan guapa que Dios se ha ser– vidoconcederles, bien merece que se emplee en la– boresmás pulcras. Nuevo motivo para vender el caserío.A propósito, andresa, si usted lleva adelan– te el proyecto de abrir ·una taberna ó restaurant de menor cuantía, con mi dinero, le aconsejo la deno– mine La bellaEaso y ponga en el rótulo la vera efigiede la chica. No Je faltarán parroquianos. -Si, señor marqués, ya tiene usted mucha rasón pa llamar la taberna como hemos de haser; también es lastima las hijas se haigan de andar así. Yo pien– !;O, señor marqués, que usted me burla cuando dise que la Tomashi es guapa. ¡Pa caseríos, no digo! bastota,bastota, pero... -En el caserío y en la ciudad y en todas partes cubrirá plaza de hermosa mujer. Ya lo verá usted cuando se vista y se calce convenientemente, y el sol y el viento cesen de estropearle ese cutis tan
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