BCC00R49-5-16-1700000000000000410
PRÓLOGO IX timamente·compenetrado con la tierra euskara y sus habitantes. Sus descripciones del paisaje son fotografíascolpreadas por una imaginación de tem– ple artístico, y sus retratos de personas pertenecen á la escuela realista más perfeccionada. Pintar, describir todo ello desde un cuarto piso de la calle de Cedaceros ó de la Montera es lo mis– mo que pretender hacer ahora un retrato verdad de D. Rodrigo ó del obispo Don Opas. No me entretendré en multiplicar citas y ejem– plos que vengan en apoyo de lo afirmado, pero no puedo menos de llamar la atención, en primer tér– mino, acerca de las cuatro personas que constitu– yen la familia del casero Martín Zubeldía y que son otras tantas variedades, á cual más legítimas é in– mejorablemente sentidas y dibujadas, de la verda– dera cepa vascongada. El contraste entre el carácter dulce, tranquilo, parco en palabras, comedido y respetuoso del vasco verdadero, y por otra parte la grosería de lenguaje, la procacidad de los gestos y las tendencias á la ca– morra de esos obreros ambulantes que acuden á los trabajos de tranvías y ferrocarriles en construcción, está admirablemente tocado en el capítulo segundo. ¿Quién no ha tenido ocasión de presenciar escenas iguales ó muy parecidas de ese semisalvajismoque amenaza infiltrarse sin cesar en nuestro sano y mo– ral pueblo? Otro contraste notable, de esos que sirven para fijar por comparación el carácter de la raza euskara, lo ofrecen el socialistaguipuzcoano Altube y el exó– tico Lajumera; aquél, tranquilo, altruista, deseoso de mejorar su suerte y la de sus compañeros, sin odios de ningún género, apreciando las cosas con el sentido práctico de la vida real, que es cualidad especial de nuestros paisanos; éste, por el contrario, receloso, duro, egoísta, dominado por fa envidia y el
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz