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A. CAMPIÓN 49 mujer de edad madura.-A llá detrás -y con la ma– no derecha señaló una colina lejana-que dominaba la carretera-vive su hermana Donisia..... -¿Q ué Donisia? -¡La de Azketa, mujer! Pero no se tratan ..... - Qué! esa es hermana de la señora? Dorotea se mostraba asombradisima. --Te digo que no se tratan. - No será por culpa de la señora, pues..... Más le gusta á aquélla hablar con los pobres. Las señoi– tas, oh! aquéllas sí que son fantasiosas..... Muy tie– sas siempre, cara seria siempre. Cuando se tropie– san con la lechera, la carbonera y así, justamente responder si le hasen. Con los condes y marqueses se han llenao la cabesa. Su mayor gusto es leer las notisias de los bailes de astocrasia; errevista de sa– las, disen. La señora siempre con los labios serraos. La señoita Julia y la señoita Luz kuasik no se ha– blan en castellano. ¡Siempre fransesa, inglesa ó..... Pamposhas, parnposhas! Ahora turrnones? ..... . Dorotea se interrumpió al percibir la ondulación de un trueno lejano, recogido por los ecos monta– ñeses. Crestas de blanquísimos vapores asomaban detrás de todas las colinas, á poniente del valle, so– bre el fondo negro de una inmensa nube. -He rmosa borrasca nos va á caer encima pron– to,- dijo la lavandera de edad madura;-nieve en Goyerri, pero aquí no hay apariencia de granizo; acaso mañana ó esta noche, si se aproximan los truenos. Las mujeres salieron á la orilla, y recogiendo los sacos de arpillera que á prevención ·habían traído, se los echaron sobre cabeza y espaldas, á guisa de caperuza. La borrasca avanzaba. Ju ana, una de las lavanderas jóvenes, reanudó la conversación momentáneamente interr umpida: - Las sefioritas esas, tienen un hermano? 5
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