BCC00R49-5-16-1700000000000000410

A. CAMPIÓN 47 tía chaquetilla negra muy corta, que dejaba al des– cubierto en pecho y cintura la camisa, mal abrocha– da por dos ó tres botones colgantes, y una saya de percal á cuadros negros y azules desteñidos, con más desgarrones aún que la chaquetilla. Ceñíal.e la cabeza toca negra que le tapaba la frente hasta los ojos, y las orejas hasta los lóbulos; tan tirante y ad– herida al cráneo, que sin réplica denunciaba la ab– soluta carencia de cabellos. Pegábase, por la moja– dura, la saya á los muslos escuálidos, y escurríase á lo largo de las pantorril las, delgadas cual los alam– bres,que remataban en juanetudos y zancajosospies. No interrumpía ni un minuto siquiera la faena. El breve diálogo entre ella y Dorotea metió un dedo torpe dentro de una llaga enconada, intensa– mente dolorosa. A Easo habían ido á vivir y morir, dejando el caserío, los hijos é hijas de Eulalia; así se encontraba á la vejez, sin techo ni hogar, redu– cida al corto salario de peana de lavanderas. Recor– dándolo, se desató en denuestos é improperios con– tra la ciudad vecina. Tomasha pensaba ~n las disputas de sus padres. · Ninguna de las otras mujeres le atendía,-era cantinela rancia mil veces entonada, manía senil más bien-exce pto Dorotea, la cual, garrapateando su rostro expres ivo con mil gestos grotescos que las compañeras reían, le prestaba cómica atención. Eulalia, de reojo, seguía el juego, estimulándose á proseguir el acerbo monólogo. Apenas terminó su quehacer lió las ropas y se las colocó sobre la ca– beza, de donde el agua se escurría por pecho y es– palda, calando la delgada chaquet illa y la basta ca– misa. No era la frialdad de la mojadura ni la del viento lo que la produjo el temblor del cuerpo, sino la cólera. Tiesa como una estaca en el lodazal de la rampa, se estuvo contemplando á la muchacha ourlona.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz