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A. CAMPIÓN 45 pado el peligr?, rompi? en bromas y ~isas.Dorot~a también se reta estrepitosamente, y a cada movi– miento de ·su cuerpo correspondían oscilaciones de la gupela. Observándolo, separó los pies cuanto pu– do y comenzó á balancearse, echando alternativa– mente el cuerpo á derecha é izquierda, según el ritmo de una habanera chulapesca aprendida en Ja– yápolis. Brillaban los ojos castaños de Dorotea. avivábase el colorido algo mustio de sus mejillas, y el rítmo canallesco de la canción zarzuelera-re – quiebros de un mono sabio á una vendedora de El Conejo-se iba desnaturalizando paulatinamente, hasta aproximarse al de un ariñ aríií basko. - Jesús! que te caes, loca, aturdida!-gritaron las mujeres, precipitándose á sostener la gupela que se había desequilibrado. -Chanfaina! - exclamó Dorotea en castellano- – esta maquiña no es para mi! Dando un salto de cabra se lanzó al río, á la vez que despedía, con dos rapidísimos puntapiés al aire, las agujereadas alpargatas. -Decíais que el agua no estaba fría! Parece hielo! -A l principio, mujer; no seas melindrosa. Dorotea, después de sacar la gupela á la orilla se acomodó junto á las compañeras . Tomasha le se– tialócon el índice las alpargatas, que seguían el hilo de la corriente. -Aqué llas se van á Easo; tú también te volve– rías, verdad? -Me contestaré en castellano; tú ya ent iendes; las otras también. Allí perdido costumbre en bas– cuense. Desías que volverá gusto? Ya lo creo. Easo mucha diversión; siempre alegre y bromosa gente. Aquéllas tampoco se van; en el camino se quedan. Como yo. El agua penetraba por los agujeros dentro de las

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