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262 LA BELLAEASO del desliz oculto se había extinguido: "engaño por engaño!,, gritaba su conciencia. Erizábase aún el amor propio contra la burla que produciría su irri– sorio casamiento.. ... pero Eguren parecía lugar de refugio preparado por la adorable P rovidencia de Dios! Lajumera, puesta la atención en el viaje á pie, no cesaba de blasfema r. El temporal amainó al cabo de dos horas . La llu– via y el viento persistentes, aun después de que– brantada su violencia , eran presagio de nuevas em– bestidas. Rendido el cuerpo y el espíritu se durmie– ron: Tomasha sobre el lecho, Perico sobre el en– voltorio. Traque de cohetes, redobles desaforados de tambores y barriles, vibrantes ésos, retumbantes és– tos, les dispertaron haciéndoles creer que los true– nos se reproducían. En la calle reinaba mucho ba– rullo: voces, silbidos, cantos, pisad~s; los redobles y la gente se fueron alejando, hasta confundirse con el mugido del mar. - La tamborrada - dijo ella extendiendo el bra- zo:-hoy es San Sebastián. Lajumera, inquieto, miró al reloj. - Se nos está hac iendo tarde . Vámonos. - A dónde?-preguntó en voz firme Tomasha. -A Francia . -Me engañas; á Américas quieres; sin pensar di- jiste verdad . Yo..... Fué á añadir "no te sigo,,: el miedo se lo impi– dió. Ante el conato de resistencia Perico se agitó como un loco: le espumajeaba la boca, en los ojos ardía la mirada aviesa, la mirada de los golpes . -Recue rda lo que me dijiste anoche; piensa en el fruto de tu vientre! En el fruto de tu vientre ..... no rezo, no..... Y para demostrarlo blasfemó torpemente contra la Virgen María. Tomasha, haciendo esfuerzos inau-
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